Nadia Ivanova Guerra, ecuatoriana en Burela: «Tener aquí a mi hermana me ayudó mucho porque al principio es difícil»

Yolanda García Ramos
YOLANDA GARCÍA BURELA / LA VOZ

A MARIÑA

En Burela, donde acaba de abrir la cervecería Venetus
En Burela, donde acaba de abrir la cervecería Venetus PEPA LOSADA

Lleva siete años en A Mariña y acaba de dar el paso a emprendedora en la búsqueda de un futuro mejor para ella y para su hijo, tras haber dejado Ecuador por la inseguridad

12 oct 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Al mudar de país y dejar atrás físicamente las raíces, puede haber infinitas razones. Cuando uno desconfía del futuro en su propia tierra, sobre todo si puede afectar a los hijos, el impulso para saltar a otro rincón del planeta es puro instinto de supervivencia. Así lo sintió la ecuatoriana Nadia Ivanova Guerra Galarza, quien lleva siete años en A Mariña, al mirar a su hijo de 13 años. «Estoy muy adaptada _confiesa_. Por mucho que regresara a mi país, siento que ya tengo mi vida aquí y me veo bien. Tengo la facilidad de adaptarme, al igual que mi hijo». «Él es consciente de por qué vinimos, buscando un futuro», añade. Una herencia de su abuelo le permitió contar con un soporte material para dar el paso, comenta: «Me dije ‘esta es mi oportunidad’». Tenía un menor a su cargo y un contexto escalofriante: «Había mucho secuestro infantil. Y digamos que si salías a la calle con un anillo te podían matar por el. Había mucha inseguridad, yo tenía miedo y no veía ni un progreso ni un futuro ni para mí ni para mi hijo». «Ahora la situación está peor», añade, recordando que hace un par de años tuvo que hacer un viaje exprés allá al enfermar su abuela: «Tuve que llevar el móvil más viejo que encontré, ni llevar pendientes ni anillos, y la ropa más vieja que tenía». Eso no es óbice para no sentir morriña por su tierra, como nativa que es de la localidad de Santo Dominco de los Colorados «por donde pasa la mayoría del transporte del sur al norte, del frío al calor». Es un país hermoso, recalca.

«En mi país había mucho secuestro infantil. Y digamos que si salías a la calle con un anillo te podían matar por el. Había mucha inseguridad, yo tenía miedo y no veía ni un progreso ni un futuro ni para mí ni para mi hijo»

La gastronomía, de una u otra forma, tiene un papel protagonista en su vida. Por un lado, desde que llegó aquí ha trabajado siempre en la hostelería, pasando por Foz, Barreiros y Burela, donde acaba de abrir por su cuenta la cervecería Venetus (antes O Raio) recientemente. Tomó la valiente decisión de emprender y «aprender» del oficio porque «me dijeron que yo valía, me ofrecieron el negocio, me dieron las opciones y acepté», dice. Anteriormente, pasó por los establecimientos focenses de Llas, A Rapadoira y Tangarte Mariñeiro, por los barreirenses Pirata y El Asador del Alba, más el burelense A’mares.

Plato típico ecuatoriano
Plato típico ecuatoriano

Por otro lado, cuando prueba los sabores de la cocina ecuatoriana que domina, es como viajar al instante a sus orígenes: «Tengo morriña de todos los platos de mi país». Cita algunos como el estofado de carne, el arroz blanco «como hacemos los latinos» o el bolón de verde «que se hace con plátano verde (macho) y un huevo frito». Estos son más tipo desayunos, «bastante fuertes», comenta Nadia Guerra Galarza. También la guatita, que son los callos «solo que en vez de ponerle garbanzos le ponemos maní o cacahuete en forma de pasta, muy rico», matiza.

Nadia Guerra Galarza en su tierra, en Alluriquín
Nadia Guerra Galarza en su tierra, en Alluriquín

 Multiculturalidad en Burela

Desde Burela, observa la multiculturalidad que hay a su alrededor, aunque reconoce que gente de Educador no hay mucha. Cuando ella llegó ya estaba su hermana asentada desde hace dos décadas, lo que le facilitó la transición de Ecuador a España enormemente: «Me dijeron que tuve suerte por llega a su casa. Aunque luego me independicé con mi hijo, tenerla ya aquí me ayudó mucho, porque al principio es difícil». Su madre vive en Foz, al igual que otros dos hermanos. En Ribadeo tiene otra hermana más. En Ecuador permanecen su padre y otro hermano.

Cuando un extranjero llega, aún hoy en día se puede encontrar circunstancias incómodas. En general, Nadia está muy contenta de la acogida, pero no olvidará «nunca» cuando una clienta, en uno de los locales en los que trabajó, le dijo a ella: «Quero que me atenda unha persona galega». «Me hizo sentir como que yo no era de aquí. Fue muy feo», confiesa. Reconoce que los inicios, en ese sentido, a tantos kilómetros de casa son duros: «Al principio me costó, porque oía comentarios de que los latinos venían para casarse, tener papeles y recibir ayudas. Decidí no vivir de los comentarios, dedicarme a trabajar, tener la conciencia limpia... y no estoy pidiendo ayudas en cada esquina, ni siquiera a las que sí podría acceder». Lo más importante para ella, subraya, es el futuro de su hijo: «Quiero que esté bien, que esté orgulloso de lo que es. Y punto».