
La excelente muestra prerromana incluye piezas como el torques de Burela
11 feb 2015 . Actualizado a las 05:00 h.La colección de la familia de Álvaro Gil ha regresado a casa. Son 40 piezas de orfebrería prerromana que después de un año alejadas del Museo Provincial de Lugo, se exhiben ya en su sala número 8. Entre los objetos más emblemáticos de este legado se hallan el torques de Burela y el carnero alado, que fueron los dos grandes símbolos de la muestra museística durante más de 40 años. Los descendientes de Álvaro Gil escenificaban ayer la firma de un acuerdo de compraventa con la Deputación de Lugo por el que la colección se integra en los fondos del museo. Algo más de 2,3 millones de euros salidos del presupuesto de la institución supramunicipal para la recuperación de un patrimonio cultural de incalculable valor para la ciudad y la provincia de Lugo.
En diciembre del 2012, el Supremo le daba la razón a los familiares de Gil que, tras la muerte de su abuelo, solicitaron un cambio en los contratos de la cesión, petición ignorada por los entonces responsables del gobierno provincial. Se inició aquel año (2001) una guerra judicial entre los herederos y la diputación que terminó con la retirada de la colección en octubre del 2013.
Tras una negociación que se ha alargado 19 meses, una de las muestras más representativas de Lugo vuelve a ser accesible a todo el que la quiera contemplar. Carlos López Gil, uno de los nietos del mecenas, apuntaba ayer hacia el próximo reto que se le presenta ahora a los responsables provinciales y a los lucenses en general: hacer de la colección un símbolo de la ciudad, «como lo son las Meninas para Madrid o la Dama de Elche». Y su hermano Ignacio añadía que el legado de su abuelo tendría que convertirse en un gran referente para Lugo, como ya lo es la muralla.
El 96% de las obras que componen la colección de Álvaro Gil son gallegas y muchas de ellas lucenses, tal y como explicaba la directora del Museo Provincial de Lugo, Aurelia Balseiro, que expresaba ayer el «entusiasmo» con el que todo el personal acogía de nuevo este legado.
Dos de las piezas más esperadas de esta colección son el torques de Burela y el carnero alado. El collar rígido no fue en su día una joya de uso. Explicaba Balseiro que, por su tamaño, tuvo que ser un distintivo de la comunidad, una pieza de origen autóctono, que podía haber sido usada como un equivalente en la época de los regalos institucionales o como forma de pago previa a la existencia de la moneda.
En contraposición, del carnero alado no se conoce su origen, aunque lo que parecen tener claro los expertos es que se trata de «una pieza alóctona con gran importancia artística por la complejidad de sus filigranas».
La Deputación de Lugo ya ha prometido promover actividades que pongan en valor este tesoro y dinamizar de alguna manera la sala donde se expone.
Objetos del 1800 a.C. al 400 d.C.
Las piezas que componen la colección Álvaro Gil se enmarcan en el período de tiempo que se sitúa entre la Edad de Bronce (1800 a.C.) hasta la época visigótica (400 d.C.). Objetos de bisutería que son mucho más que joyas, testigos de una época y un estilo de vida: el castreño, que forma parte de la historia de Galicia. Revelan una sociedad avanzada que trabajaba con gran pericia materiales como el oro, en el que se fabricaron las piezas de esta colección: pulseras, brazaletes, pendientes o gargantillas con características geométricas y seriadas. Tenían un carácter ornamental indiscutible, pero eran además distintivos jerárquicos, de toda la comunidad (y ahora poseen una funcionalidad documental y, sobre todo, artística).