20 años de la primera piedra de la A-8 que pusieron Fraga y Cascos, el día que se comenzó a partir A Mariña en dos

José Francisco Alonso Quelle
J. ALONSO RIBADEO / LA VOZ

RIBADEO

XAIMER RAMALLAL

Se cumplieron dos décadas de la ceremonia del inicio simbólico en una finca de Ribadeo de la Transcantábrica en Galicia, que ha dejado aún más descolgada a parte de la costa gallega, desde Foz hasta Ferrol

27 abr 2024 . Actualizado a las 10:01 h.

Como tantas otras, la efemérides pasó desapercibida, aunque su repercusión en la historia reciente de A Mariña fue y sigue siendo incuestionable. El mes pasado se cumplía el 20 aniversario de la ceremonia de colocación de la primera piedra de la autovía del Cantábrico, la A-8, en Galicia. Se hizo en una finca de Dompiñor, en Ribadeo, en vísperas de las elecciones generales y en el único solar que había sido expropiado por Fomento en el tramo Ribadeo-A Devesa, lo imprescindible para poder realizar el acto. A Dompiñor llegó una mañana ventosa de hace veinte años el entonces ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, con un séquito de cargos del PP; con el presidente de la Xunta, Manuel Fraga Iribarne, y el que era alcalde ribadense, el socialista Balbino Pérez Vacas.

Hoy, un hito kilométrico olvidado, que oculta un nicho donde se depositaron dos periódicos del día, es el testimonio olvidado de aquella jornada. Allí se dio el pistoletazo de salida a una obra que venía avanzando por Asturias y para la que ya no habría marcha atrás. Cierto es que hubo que esperar tres años, hasta mayo del 2007, para que se abriese el tramo, el primero en Galicia de la A-8, el Ribadeo-Reinante, 10 kilómetros donde por primera vez en la costa de Lugo se permitía circular a 120 kilómetros por hora.

La ejecución de las obras, poco antes de la inauguración del tramo Ribadeo-Reinante
La ejecución de las obras, poco antes de la inauguración del tramo Ribadeo-Reinante FOTO MIGUEL

El sueño de la autovía se limitaba entonces a eso, a seis minutos de trayecto, pero comenzaba a forjase una infraestructura que llegaba cargada de presagios de prosperidad, pero también con la amenaza de dejar descolgados a núcleos de población que cruzaba la carretera nacional, y por los que ya no era necesario pasar, como San Cosme, Lourenzá o Mondoñedo. Los nubarrones se cernían también sobre los concellos de A Mariña central y oriental, descolgados por el giro que la A-8 daba en A Espiñeira, dejando a buena parte de la costa lucense huérfana de una carretera en condiciones que la vertebrase. En febrero del 2014 se abría el último tramo de la A-8 en Galicia, el Mondoñedo-Lindín, dividiendo definitivamente A Mariña en dos. Y así continúa, entre promesas y reproches de los partidos gobernantes, con decenas de miles de mariñanos que a fuerza de desengaños ya han abdicado hasta de clamar en su desierto.

Hay una teoría que defiende que fue Fraga quien ejerció influencia sobre Aznar para que el trazado de la autovía pasase por su concello natal, Vilalba, en lugar de prolongarse por la costa hasta Ferrol. Lo que es indudable es que la A-8 acercó mucho más a A Mariña al resto de España, facilitando la inversión y la afluencia de turismo, beneficiando con ello a toda la comarca. Pero no es menos cierto que también puso a Ribadeo más cerca de Avilés que de Viveiro, lo que no deja de ser una anomalía y contribuye a desvertebrar la comarca.

Un acto que no se libró de la polémica, en la única finca que Fomento había expropiado y pagado

El simbólico acto de colocación de la primera piedra de la Transcantábrica en Galicia no estuvo libre de polémica. Fue así por el momento, a unos días de las elecciones generales, y porque se ejecutó en la única finca, de 600 a expropiar, por la que Fomento había abonado el depósito previo. Construcciones y Contratas, a quien se adjudicó el tramo Ribadeo-Reinante por 35 millones de euros (se había licitado por 41,9 millones, con un plazo de ejecución de 33 meses), explanó el solar, el único en el que podía en ese momento trabajar. Habría que esperar dos meses para que Fomento comenzase a pagar al resto de propietarios los terrenos expropiados.

En su intervención, Manuel Fraga calificó el día de histórico y ponderó a Cascos como el mejor ministro de Fomento con el que había contado Galicia. El PSOE había solicitado a la junta electoral que prohibiese el acto, pero no lo consiguió. El entonces secretario de Estado de Infraestructuras, Benigno Blanco, ya había manifestado horas antes, tras visitar las obras de los túneles del Guadarrama del AVE, que Fomento no iba a parar «porque se esté en campaña electoral», tras ser desautorizado por la Junta Electoral a colocar otra primera piedra, en la N-II en Gerona. Lo cierto es que Cascos llegó a Ribadeo curtido en estas lides, ya que había colocado en poco más de un año cuatro primeras piedras de la Transcantábrica en Asturias. En este ambiente se celebró el acto «histórico» de Dompiñor. Apenas una semana después se perpetraría el trágico atentado del 11-M y el PSOE, con Zapatero de candidato, ganaría las elecciones.