Quien contamina, paga, la máxima que acompaña a la ley de responsabilidad ambiental como advertencia disuasoria, podrá ser entonada en Pontevedra bajo una aplicación más solidaria. Y todo por una iniciativa que la Fundación Galicia Sustentable y la Diputación de Pontevedra han puesto en marcha para hacer de la conciencia ecológica un valor en alza en la provincia bajo el nombre de Pontevedra StopCO2.
Las líneas básicas del proyecto pasan por hacer un análisis de la emisión de dióxido de carbono en la provincia. Se empezará por las de la propia Diputación de Pontevedra para después trazar estrategias de reducción. ¿Cómo? Pues a través de un uso más racional de la energía en sus edificios, parque móvil, maquinaria... Pero lo verdaderamente novedoso será la creación de una especie de banco para la emisión de bonos de compensación por la producción de dióxido de carbono al que podrán acudir ayuntamientos, empresas y particulares.
Funcionará de la siguiente manera. Si un concello, un negocio privado o una familia considera que contamina y quiere compensarlo podrá comprar los bonos de la Diputación de Pontevedra. Estos garantizarán que la administración provincial invertirá ese dinero en iniciativas para la reducción de gases de efecto invernadero como contribuir al incremento de la masa forestal. «A idea é que a partir da cuota de CO2 que non se poida reducir, que polo menos se poida compensar», explica Marcos Pérez.
La idea pasa por crear una especie de banco de intercambio de emisiones, pero a escala doméstica. El plan, según aclaró ayer Pérez, no reportará beneficios fiscales u económicos más allá de contribuir a la mejora del medio ambiente.
La idea de un bosque como un sumidero de carbono consiste en concebir los árboles como un almacén de dióxido de carbono. A través de la fotosíntesis separa desintegra la molécula de CO2, separando el oxígeno del carbono. El carbono queda atrapado en su tronco y sus raíces hasta que se quema, momento en que el carbono se libera de nuevo a la atmósfera en forma de gas. Se considera que la combustión de la biomasa tiene un coste de emisiones cero, puesto que libera al aire el mismo CO2 que absorbió con anterioridad. Esta es una de las ventajas de la energía de biomasa: su combustión queda fuera de las cuotas de emisiones del protocolo de Kioto.
La iniciativa Pontevedra Stop CO2 queda al margen del negocio de las emisiones. Según Rafael Louzán, se trata más bien, en el caso de empresas y ayuntamientos, de los beneficios de incorporar un logo que les identifique como defensores del medio ambiente.