La presa del Umia sobrevive al verano sin cianobacterias

Marcos Gago Otero
Marcos gago PONTEVEDRA / LA VOZ

AROUSA

CAPOTILLO

El embalse mantiene en la actualidad una ocupación del 86 % y está libre del alga que provocó problemas en otras ocasiones

16 ago 2014 . Actualizado a las 06:48 h.

El hasta ahora verano inestable, sin encadenar una semana entera de buen tiempo y altas temperaturas, se ha convertido en un aliado para el embalse del Umia, en Caldas. La presa presenta una ocupación del 87,61 %, con un volumen de agua embalsado de 5,39 hectómetros cúbicos (siendo el máximo de 6,15). Así se desprende del último boletín hidrológico hecho público por la Consellería de Medio Ambiente, correspondiente al pasado 11 de agosto.

Además de posibilitar ese nivel de agua, las lluvias caídas en julio y agosto mantienen a raya la cianobacteria Microcystis sp. El 16 de julio se registró una mínima presencia del alga en la presa de A Baxe -500 células-, cantidad que no fue a más. De hecho en las dos últimas analíticas facilitadas por el departamento de la Xunta (29 de julio y 11 de agosto) el nivel es 0.

De momento, la captación de agua de Segade, de la que se abastece Caldas, no tiene ningún problema. No obstante, los antecedentes hacen que ni Augas de Galicia ni el Concello bajen la guardia. Normalmente, el mayor bloom de cianobacterias -un proceso natural que tiñe de verde las aguas del embalse- se produce a finales del verano o principios del otoño. Para ello se tienen que dar dos circunstancias: un nivel muy bajo de ocupación de la presa y varias jornadas consecutivas de altas temperaturas.

Desde hace tres años, la Consellería de Medio Ambiente aplica a la presa un tratamiento a base de corteza de eucalipto triturada para combatir la proliferación de cianobacterias. La cáscara, que se renueva una o dos veces cada ejercicio, se sumerge en el agua a través de una especie de bateas de plástico flotantes. El departamento que dirige Ethel Vázquez sigue apostando por este tratamiento experimental que en su día se ensayó en el embalse de As Forcadas, en Valdoviño, para intentar minimizar los efectos del alga.

Este proceso natural que afecta a embalses de todo el mundo puede derivar en un problema de salud pública, si se trata de una presa de abastecimiento, en casos muy excepcionales.

En determinadas circunstancias, cuando el volumen de cianobacterias es muy elevado, el alga puede liberar una toxina, la microcistina, que puede provocar desde irritaciones cutáneas leves a problemas hepáticos realmente graves.