La savia nueva de los resineros

Susana Luaña Louzao
susana luaña VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

No superan los 23 años y ya son empresarios; han creado la primera firma gallega de extracción de pasta de pino, un potencial por descubrir

19 jun 2015 . Actualizado a las 19:30 h.

Los cien mil árboles de Galicia no permiten ver el bosque, y por eso, pese a que por tradición es una potencia forestal, no acaba de explotar como debiera esa gran riqueza que suponen los montes gallegos, a los que no se les sabe sacar mucho más aprovechamiento que el de una madera que tarda décadas en producir. Es de todos sabido, pero pocos los que pretenden buscarle una solución. Edgar Fernández, de Bamio, y Xián Santos, de Mourente, están empeñados en romper esa tendencia, y llegan con savia nueva y con las ideas muy claras para hacer realidad lo que se propusieron; vivir del monte gallego; en realidad, vivir de su resina.

Pese a su juventud -Edgar tiene 23 años y Xián solo 22- han creado la primera empresa gallega autorizada por la Xunta para la extracción de la resina, Resfor C.B. Parten de una realidad; pese a ser Galicia la tierra de los bosques, la mayor parte de la resina que se utiliza se importa. No es solo un problema gallego; es un mal endémico de toda Europa, donde solo se produce el 10?% de dicho barniz natural. Y ese 10 % se lo lleva Portugal, que es junto a China y Brasil uno de los principales productores de resina del mundo.

Pero la materia prima está ahí, en los árboles, y en todo caso, la profesión de resinero no es nueva. «Hai décadas producíase -explica Xián-, pero decaeu nos anos sesenta pola competencia de China, que empezou a producir resina a baixo custe». Y eso que es una sustancia con un sinfín de aplicaciones, tanto en los productos de limpieza como en la cosmética y en las pinturas, porque se trata de un componente necesario para su solidificación. También lo puede hacer el petróleo, y de hecho lo hace, pero es más contaminante. La gran ventaja de la resina, como explica Edgar, es que cumple con el protocolo de Kioto.

Los dos jóvenes se conocieron estudiando Forestal, en Ponteareas, y la idea ya les rondaba por la cabeza. Se pusieron manos a la obra y contactaron con una empresa de Segovia que comercializa la resina, y llegaron a un acuerdo para servirle el producto. Ya tenían el cliente, pero todavía les faltaba el proveedor; en este caso, la materia prima. Así que se pusieron en contacto con varias comunidades de montes para ofrecerles un acuerdo que pasa por la cesión de una cierta cantidad de pinos para extraer la resina a cambio de un porcentaje por las ganancias. Están dispuestos incluso -cuando el acuerdo sea por cinco o diez años- a hacerse cargo de la limpieza de esos montes, con lo que el riesgo de incendio se minimiza.

Como acaban de empezar, de momento han firmado acuerdos con dos comunidades de montes de Caldas, la de Bemil y la de San Andrés de César. Y este año no van a resinar más que 2.000 árboles. Por dos razones, porque acaban de empezar y no les da tiempo a más, y porque las comunidades les dejaron trabajar en aquellos pinos que ya van a tener que talar porque así lo exigen las medidas contra incendios. Pero no tiene por qué ser así; a un pino se le puede extraer la resina durante quince años sin causarle daño alguno, aunque solo en ejemplares de treinta centímetros de diámetro o más.

Menor riesgo de incendios

El barrasco o derroñador para extraer la corteza; el trazador, la media luna y la grapa para encajar en el árbol y marcar la zona de la herida, el bote para recoger la resina y una serie de productos que animan al árbol a soltar el barniz son sus herramientas de trabajo. Un proyecto, el suyo, que no necesita una gran inversión ni una técnica sofisticada, porque se trata de un proceso natural y de un oficio tradicional que ahora se recupera en los montes gallegos.