Cristina Loureiro vuelve a casa antes de Navidad reclamando el aguinaldo celeste para el Kemegal

AROUSA

MONICA IRAGO

La ala-pívot del Cortegada explica el porqué de su abrupto adiós al cuadro de Vigo, y da las claves para poder tumbar al hoy líder

02 dic 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El Kemegal Cortegada peleará esta tarde en el Pabellón de Navia (18.30 horas) por conseguir lo que ninguno de los adversarios precedentes ha logrado esta temporada frente al Celta Zorka: derrotar al líder invicto del Grupo A de la Liga Femenina 2. Un empeño al que se aplicará en cuerpo y alma la ourensana Cristina Loureiro. Una jugadora que, tras 9 años en la estructura celeste, se había convertido en una de las enseñas del trabajo de cantera desarrollado por un club vigués al que había llegado con 14 años procedente del Carmelitas. A finales del pasado febrero Loureiro vaciaba su taquilla en el Pabellón de Navia sin destino, y en verano aceptaba la oferta del club vilagarciano, al que se había acogido tras su adiós al Celta para no perder la condición física y la mecánica de trabajo en un equipo profesional.

«No estábamos de acuerdo en muchas cosas, teníamos puntos de vista diferentes, y antes de que hubiese más problemas decidí irme de allí. Eran 9 años, y no quería llevarme ningún mal recuerdo del Celta», explicaba ayer la hoy ala-pívot del Cortegada. Preguntada por la cuestión, elude aclarar si con sus palabras se refiere al club celeste, o a la entrenadora de su primer equipo, Cristina Cantero, que ya la había dirigido en su primer tramo en la cantera viguesa, de cadete. Loureiro solo añade que en su decisión de irse en febrero pesó que «creía que era la hora de cambiar de sitio, de empezar en otro equipo. Estaba en un ambiente que en ese momento no era bueno para mí, y necesitaba cambiar», subrayando el hecho de no haber fichado por otro equipo hasta la conclusión de la temporada en marcha.

Así las cosas, para Cris Loureiro el de hoy es «¡claro!, un partido especial». En positivo, remarca. Por «volver a la que fue mi casa. A un pabellón con una afición que es la leche, que llena la cancha y anima un montón a su equipo. Y estoy contenta también por ir estando aquí»; en un Cortegada al que «sigo adaptándome, sintiéndome en cada partido mejor», y convencida de haber acertado de lleno con su nuevo destino.

En el hoy líder Cristina Loureiro solo compartió vestuario la temporada pasada con Anne Senosiain, la base y motor de explosión del baloncesto veloz que despliega el Celta, Laura Alonso y Raquel Carrera. También reconoce a la escolta nigeriana Sarah Ogoke y a una de las pívots más determinantes de la categoría, Minata Keita, con las que había coincidido en años anteriores en Vigo.

Superado con claridad en el partido de Copa de pretemporada, el Kemegal sabe lo que es medirse a este intratable Celta. Para Loureiro, sigue siendo el mismo equipo que el curso pasado buscaba «presionar muy arriba, y jugar muy rápido». Solo que «la campaña pasada no nos llegaba a salir bien, y este año están sabiendo hacerlo mejor». «Defender todas las acciones, y no dejarnos llevar por su ritmo» es, dice Cris, el único camino para tumbar al invicto.