Veinte guardias para seis brasileñas

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

MARTINA MISER

Hace un cuarto de siglo, las fiestas de San Roque aún se organizaban al estilo aldea

04 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 25 años, las fiestas de San Roque de Vilagarcía de Arousa ocuparon páginas en los diarios de tirada nacional y minutos en los programas de las cadenas de radio que emitían desde Madrid y Barcelona. La causa de tanta fama hubiera sido hoy motivo de escarnio y vergüenza y habría provocado la dimisión de la comisión de festejos, del alcalde y de una docena de autoridades. En las fiestas de hace un cuarto de siglo, las estrellas de San Roque fueron un grupo de cubanas y brasileñas que costaron 800.000 pesetas, acompañaron a las charangas, alborotaron al mocerío, obligaron a la organización a contratar a 20 guardias de seguridad para, en palabras del Presidente de la Comisión, José Manuel Pérez Vallejo, «protegerlas de los pellizcos» y provocaron que el San Roque de aquel año pasara a la historia como «las fiestas de las tías buenas», apelativo lamentable y vergonzoso, pero que entonces resultaba gracioso.

Eran otros tiempos y otras fiestas. Ojo al dato: en el programa de San Roque de 1994, uno de los atractivos más populares de los festejos fue la actuación del grupo vasco de cantantes a capela Apple Quartet, cuya gracia fundamental no era cantar bien, que también, sino haber salido en televisión dedicando una canción a Gil y Gil.

Hoy, sería impensable convertir las calles de Vilagarcía en un cabaret animado por un grupo de brasileñas protegidas por 20 seguratas y lo de Gil y Gil, pues ya ven, el ínclito homenajeado por los Apple Quartet protagoniza una serie de televisión titulada El Pionero en la que se le presenta como el principio del frenesí de corrupción y populismo barato que comenzó en aquel tiempo de mamachichos y fiestas al estilo antiguo.

Porque las fiestas de San Roque de hace un cuarto de siglo eran las últimas que se organizaban al estilo clásico y popular. Aquel programa ofrecía nueve verbenas (Orquesta de TVG, París de Noia, Océano, Montana, D’Tacón, Fin de Siglo, Luces, Israel, Áncora, Oca, Los Satélites y Marimba Espectáculo). En el programa, había dos novedades: un derby de burros y la actuación estelar de Tony Kamo, popular mentalista que ejercía como hipnotizador en el programa televisivo de Raffaella Carrá.

Las fiestas del 94 y del 95 marcaron la transición entre el modelo organizativo de aldea y el modelo urbano. En el 94, aún hubo nueve verbenas, como hemos dicho, pero se hicieron por primera vez 8.000 programas de bolsillo gracias a la iniciativa de Domingo Baños, miembro de la Comisión. Sin embargo, esos programas modernos convivían con el clásico libro-programa de toda la vida, que en el 95 proporcionó a la organización dos millones de pesetas gracias a los 300 anuncios publicitarios que contenía.

Esos años fueron los últimos en los que voluntarias abnegadas e incansables recorrieron Vilagarcía pidiendo dinero para las fiestas. En el 95, Carmen Rañó y Pilar Ameijeiras protagonizaron ese agotador casa por casa, negocio por negocio, que recaudó algo más de dos millones. Acabando la década de los 90, las fiestas las asumió la concejalía de Cultura y ese paso de pueblo a ciudad en lo festivo coincidió con otros símbolos populares de cambio: los cines, el auditorio, la playa, el paseo marítimo, el McDonald’s...

En estos días de agosto, se pueden leer en La Voz cartas al director en las que ciudadanos de diferentes pueblos de Galicia se quejan de que Hacienda haya puesto el ojo inspector en las comisiones de fiestas, que siempre estuvieron formadas por ciudadanos voluntariosos y generosos, pero que siempre estuvieron en el punto de mira crítico de los vecinos.

En Vilagarcía, antes de que el ayuntamiento se hiciera cargo de los festejos, la Comisión se lució en la edición de 1995 y marcó el camino que luego han seguido los programas de años posteriores. En el 95, se cambió de las verbenas a los conciertos. Solo hubo dos verbenas tradicionales, por cierto, en una actuó la Panorama, pero no eran lo que son hoy. El resto, conciertos muy populares en los que se mezclaba lo vintage (Massiel, Pablo Abraira, Los Bravos, La Década Prodigiosa), lo popular (Paolo Salvatore) y lo moderno (Korosi Dansas, La Señal).

Fueron unas fiestas apoteósicas, marcaron el camino a seguir y supusieron el final del estilo aldea: adiós a las verbenas, adiós a las comisiones populares, paso a los conciertos gratuitos y consolidación de los eventos de toda la vida: combate naval, desfile de carrozas, procesión del santo, pregón, Festa da Auga.

A lo largo de los años, el peso de la programación cultural ha ido creciendo. Así, a la Semana de Cine o la Festa da Ameixa, ya veteranas y consolidadas, se añaden veladas nocturnas como Ás nove na Praia, el cine al aire libre de Fantasio na rúa o el magnífico Festiclown. De aquellos primeros conciertos de rock de finales de los 90, se ha pasado al gran Festival Revenidas. Se sigue mezclando lo vintage (Víctor Manuel, Los Duendes) con lo actual (Xoel López) y el programa de San Roque ha evolucionado desde las brasileñas, Ruiz Mateos, que fue la estrella de una procesión del santo, y los cantores de Gil y Gil hasta los pregoneros Marcos Calveiro (novelista) y Luis Zahera (actor) y el cómico Leo Bassi.