Los conseguidores del siglo XXI

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre EL CALLEJÓN DEL VIENTO

AROUSA

Ana Garcia

Los nuevos caciques no tienen contactos políticos, sino agendas de cuidadoras de ancianos

06 nov 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace dos sábados, sonó el teléfono a las siete y media de la mañana. A esa hora, lo normal es que te llamen por una emergencia. Efectivamente, de eso se trataba: la chica hondureña que cuida a mis padres, de 91 y 93 años, me avisaba de que estaba enferma. No podía acudir a su trabajo de cuidadora y lo comunicaba con tiempo para que nos organizáramos.

Si tienen ustedes padres mayores, saben perfectamente de qué estoy hablando y también entienden lo que supone un aviso de ese tipo al comienzo de un fin de semana: hay que suspender todos los planes, tocar zafarrancho de colaboración y los hermanos han de turnarse para atender a los padres.

Las trabajadoras de ayuda en el hogar se han convertido en las profesionales más imprescindibles del siglo XXI. Son absolutamente necesarias y sin ellas, no existe vida normal ni placentera. No habrá ocio ni tiempo libre para los miles de baby boomers que están a punto de jubilarse o ya lo han hecho, se las prometían muy felices con su pensión y su tiempo libre y de pronto se encuentran con una obligación ineludible: sus padres son muy mayores y viven, afortunadamente, muchos años, pero hay que atenderlos.

Estos días, se pueden leer informes y estudios anunciando que, en el futuro, muchos trabajos serán realizados por robots. Incluso algunas consultas médicas se podrán resolver en máquinas automáticas. Pero hay un trabajo que no se puede mecanizar: la ayuda a las personas dependientes. Existen aparatos que hacen más cómoda la labor como las grúas caseras, las sillas motorizadas o las camas articuladas, pero el trabajo de limpieza, aseo, higiene, alimentación, medicación y asistencia para levantarse, vestirse, sentarse y acostarse no la hace ningún robot. Por eso, estas trabajadoras se han convertido en imprescindibles y cobran unos sueldos cada vez más dignos.

Los mayores que reciben la asistencia de estas mujeres se hacen cruces al saber lo que cobran. Ellos vivieron un tiempo, allá por la posguerra, en que había chicas que se empleaban en las casas solo por la comida, pero la oferta y la demanda condiciona este mercado como los condiciona todos y los abuelos no entienden que ahora tengan que pagar tanto dinero para que los cuiden.

Este último trimestre del año está lleno de puentes y días festivos. Al 12 de octubre y al 1 de noviembre, se suman el 6 y el 8 de diciembre y los lunes posteriores a las fiestas dominicales de Navidad y Año Nuevo. Las trabajadoras de la dependencia trabajan de lunes a viernes o el fin de semana, pero esos días feriados no entran en los pagos convenidos, así que hay que recurrir a una lista de salarios orientativa que marca lo siguiente: se deben pagar 60 euros por cada día festivo sin pernoctación y 80 con pernoctación. Si es un festivo señalado (Año Nuevo, Navidad) se pagan 100 euros.

Los baby boomers jubilados aprueban estos pagos con tal de tener el puente libre, pero sus padres se llevan las manos a la cabeza al calcular en pesetas y pensar que tienen que soltar casi 14.000 pesetas por un día de cuidados. Los baby boomers dependen de esas trabajadoras para viajar, descansar el fin de semana, hacer deporte, salir a comer, leer, ver un partido de fútbol o un maratón de series… Pero si falta la cuidadora, se produce una revolución familiar: hay que anular citas, reorganizar el trabajo, dormir fuera de casa, eliminar el ocio, delegar cometidos y encajar los horarios de los hermanos.

La llamada a la huelga indefinida de las trabajadoras de ayuda en el hogar que ha hecho la CIG puede trastocar la vida cotidiana en O Salnés. Quizás no tenga el éxito esperado, pero es un aviso para el futuro. Estamos ante un colectivo tan imprescindible como los controladores aéreos, los médicos o los profesores. Si hay huelga de maestros, las familias enloquecen porque hay que atender a los pequeños. Y si hay huelga de cuidadoras, las familias enloquecerán porque habrá que cuidar a los mayores.

La vida laboral se ha convertido en ese período de tiempo en el que entregas tu vida al trabajo y está situado entre los años que dedicas a atender a tus hijos y los años que dedicas a atender a tus padres. No hay más. Así es la vida y los baby boomers, la generación más numerosa de la historia de España, al borde toda ella de la jubilación, deben empezar a pensar en quién los cuidará cuando sean ancianos y no se puedan valer por sí mismos. Ellos tuvieron muchos hermanos y pueden turnarse para atender a sus padres, pero han tenido pocos hijos así que el futuro está en manos de las trabajadoras de ayuda en el hogar.

Mientras llega ese futuro, triunfa un nuevo tipo de conseguidor en el mundo rural y en el entorno urbano. Es una especie de cacique moderno cuyo poder es contar con una agenda de teléfonos llena de contactos de señoras que atienden a padres. Para las nuevas hornadas de recién jubilados, lo valioso no es tener contactos en la política, sino tener contactos en el mundo de la dependencia. El poder del siglo XXI se llama tiempo libre y tranquilidad.