La crecida del Umia convierte las orillas del río en un mar y corta varios viales

Bea Costa
bea costa VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

La carretera de la parcelaria de Oubiña, el Camino francés y Cabanelas repiten como puntos críticos. El fuerte viento deja árboles y contenedores caídos

18 ene 2023 . Actualizado a las 18:56 h.

El río Umia está desbordado a su paso por la comarca. Desde As Aceñas (Vilanova) y Vilanoviña (Meis), pasando por Ribadumia hasta la desembocadura en Cambados, el cauce ha superado su curso en numerosos tramos dejando viñedos y carreteras inundadas. En la pista de la parcelaria de Oubiña, que une Cambados y Ribadumia, se colocó esta mañana la señal de «carretera cortada» y en el Camiño francés que parte de Pontearnelas no había valla ni cartel a esa hora, pero el agua cruzaba la calzada obligando a muchos conductores a dar vuelta para evitar riesgos.

Otra estampa habitual en las crecidas del río es ver el Náutico de O Muíño de Cabanelas (Ribadumia) inundado —y hoy no es para menos— mientras que cerca de allí, en Pontearnelas, el caudal llegó a tal altura a la una de la tarde —coincidiendo con la pleamar— que casi alcanzaba la instalación de los paneles fotovoltaicos de la Mancomunidade do Salnés.

Ni que decir tiene que los senderos para recorrer a pie el curso bajo del Umia están impracticables, al igual que otros espacios de ocio habilitados a lo largo del río.

Este nuevo episodio viene precedido de varias semanas de lluvia y coincide con la apertura de las compuertas del embalse de Caldas, ayer por la noche. Esta situación conlleva, inevitablemente, al aumento del caudal en el curso bajo. Según el último boletín publicado por Augas de Galicia, a día 16 de enero el embalse estaba a un 67,3 % de su capacidad, frente al 77,4 % que presentaba el 2 de enero. 

En todo caso, la situación en O Salnés está a esta hora bajo control, pendientes de la evolución de la borrasca, al igual que ocurre en los ríos Louro y Valga, donde las pasadas Navidades se registraron desbordamientos.

Más allá del anegamiento de las tierras de cultivo y de las molestias para los conductores no constan otro tipo de daños como consecuencia del estado de los ríos, aunque sí motivados por el fuerte viento. Gerard dejó rachas de hasta 78 kilómetros por hora en A Lanzada y de 40,7 kilómetros por hora en Armenteira, en todo caso, lejos de los 175 kilómetros por hora registrados en Manzaneda. En Arousa, los daños por el temporal se limitaron a la caída de árboles, de contenedores y de algún tendido telefónico, si bien también afectaron a algún contado inmueble.

El temporal obligó al Servizo Municipal de Emerxencias do Grove a balizar la parte trasera del Pavillón Náutico Tono Campos para impedir el paso de personas, a fin de evitar riesgos innecesarios ante el peligro de desprendimiento de varias chapas de su cubierta, a las que no pudieron acceder por el fuerte viento. Fue antes de que, a primera hora de la noche, Emerxencias recibiese una llamada del lugar de Lordelo, donde sus profesionales se encontraron con que una de las muchas fuertes ráfagas de la jornada había derrumbado la cubierta de la parte trasera de una vivienda, cayendo sobre la vía pública para romperse en mil pedazos. En su retirada se afanaban todavía una hora después.

Por su parte, los agentes de Bombeiros do Salnés se multiplicaron para encadenar tres intervenciones, las dos primeras, por efectos del viento. A primera hora de la tarde, retirando tres chapas que volaron del techo de un cocedero yendo a parar a un vivero en la parte final del muelle de Tragove. Sin dejar Cambados, los bomberos eliminaron el peligro del revestimiento de pvc a medio caer de la fachada lateral de un edificio de la rúa Maside. Y después, en la rúa Pereira de Ribadumia, les tocó sofocar un pequeño incendio en el garaje de un chalé adosado, al arder una estantería; por suerte, todo quedó en daños a la aleta y una rueda de un coche.