Ocho músicos con mucha carretera versionan desde Arousa al flaco Joaquín casi mejor que él mismo
10 may 2023 . Actualizado a las 18:29 h.Cualquiera que haya agarrado un micrófono o un instrumento para tratar de hacer sonar una banda junto a un puñado de amigos estará de acuerdo. Funciona en la música que se comparte un factor curativo muy importante. Sobre todo, cuando los años pasan, el corazón va dejándose latidos en las cunetas y las cicatrices ocupan más espacio que la propia piel. Después de décadas de carretera, cientos de actuaciones y todo tipo de historias en la mochila, ocho músicos con experiencia para frenar un tren han reunido su talento en Vilagarcía en un homenaje sonoro al maestro. Bueno, al maestro y a la gente de la que se ha rodeado a lo largo de los años, porque, como se preocupa por dejar bien claro Tito Fernández, su cantante, «de lo que se trata no es de hacerle un tributo a nadie, eso que cada uno se haga el suyo, sino de reconocer el enorme trabajo creativo de todo un equipo». Ese equipo es el que forman Joaquín Sabina y quienes le han echado un cable en la composición y sobre el escenario. Todas sus fases, que son muchas, tienen cabida en el repertorio de Los del Pirata Cojo, nombre de guerra de un grupo que comenzó a ensayar con la pandemia y ofreció su primer concierto en Baiona, cuando el coronavirus todavía imponía su ley y el público permanecía sentado y debidamente amordazado.
«La idea que nos animó fue divertirnos con la música, estar juntos. Y al principio, yo, que por mi registro podría haber pensado más en Joe Cocker o en cosas de Alice Cooper, al final me vi cantando a Sabina», explica Tito. No es que el arte del flaco Joaquín no le gustase. Todo lo contrario. «A mí Sabina me encanta de siempre; lo que pasa es que creía, no sé, que iba a ser demasiado fácil». Nuestro hombre cayó de su error a los pocos compases. «Cuando comencé a montar sus canciones me di cuenta de que me costaba más una de Sabina que de los mismísimos Pink Floyd». Y Tito sabe de lo que habla, porque los de David Gilmour y Roger Waters han sido una de las inspiraciones fetiche de su banda de toda la vida, 7Setenta, aunque la suya es otra historia.
Con ocho basta. Los del Pirata Cojo son Chema (batería), Carlos (guitarra principal), Lino (segundo guitarra), Laíño (saxo), Mito (pianista), Elena (segunda voz), el propio Tito y Dani Robatto, otro flaco, pero no de Úbeda, sino de Montevideo, que ha enseñado a generaciones de bajistas y dejó atrás Uruguay en 1981, cuando una sórdida dictadura lo asfixiaba.
«Mi padre era lutier. Me crie entre violines, pianos y guitarras, así que la música ha estado siempre conmigo», reconoce Dani. Tito y él coincidieron por primera vez hace décadas, cuando grababan jingels comerciales. Pero es ahora cuando han tejido una amistad con pinta de que va a durar el resto del camino que ambos tienen por delante. Tocar, ahora con sus seis compañeros de aventura sabiniana, les ha ayudado a tirar y a apretar los dientes en momentos muy duros. Puestos a escoger, uno se queda con Quién me ha robado el mes de abril; el otro, con Una canción para la Magdalena. Y los dos, con Pancho Varona, el legendario guitarra del que Sabina acaba de prescindir tras toda una vida juntos. «Es una pena. Solo te diré una cosa. En una ocasión en la que coincidimos en Vigo, se lo pedimos y Pancho se puso al teléfono con un amigo, un hermano, que se moría de cáncer. Qué más te voy a contar». Sencillamente, que sus versiones suenan casi mejor que las del propio maestro. Palabras mayores.