Cómo enseñar cine mudo a setecientos escolares y salir aclamado del intento

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

Martina Miser

El Curtas arranca con un viaje musical a los inicios del celuloide y resueltas respuestas por parte de un público entusiasmado: «Era el cine que se hacía para los ciegos»

28 oct 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Cualquiera que conviva con chavales habrá percibido la extrañeza que les produce el cine en blanco y negro. No digamos si se trata de una película muda. Las reticencias de los más pequeños ante los primeros intentos por narrar historias con imágenes en movimiento se vencen con talento y, una vez subidos al carro, con la calidad de los relatos que se suceden ante sus ojos. Ambos factores estuvieron ayer presentes, a eso de las doce de la mañana, en el auditorio de Vilagarcía. El festival Curtas arrancaba, y lo hacía con una iniciativa didáctica que, a las cosas hay que llamarlas por su nombre, resultó verdaderamente impagable.

Los ganchos de Disney, tanto sus clásicos como sus edulcoradas producciones contemporáneas, todas bien conocidas por el público infantil, Harry Potter, por supuesto, La Guerra de las Galaxias (Star Wars, no vaya a ser que a alguien le despiste la denominación viejuna de la saga) o Piratas del Caribe, bien empleados por Brais, Andrea y Laura, los componentes del grupo de cámara Caspervek que guiaron este viaje, atrajeron a los setecientos escolares que abarrotaban la sala principal del auditorio hacia el pasado del celuloide.

Martina Miser

Merece la pena citar algunas de las respuestas que los entusiasmados espectadores ofrecieron a las inteligentes preguntas que surgían desde el escenario. «El cine mudo es el cine que se hacía para los ciegos» fue, probablemente, la más impactante de todas ellas. Esta, que daba en la diana, fue más convencional: «La música es importante cuando hay miedo o tristeza en una película».

Los chavales aprendieron, en definitiva, que hace 100, 120 o 130 años se hacía ya cine, que la banda sonora la ponían los músicos en las propias salas y en directo, y que varios de sus héroes nacieron en una pantalla sin voz. Solo por esta lección de cultura, la idea merece la pena. El día que falte, echaremos el Curtas de menos. Cuidémoslo.