Sumergidos bajo los calderos, los arousanos atendieron el pregón al grito de «¡Viva Vilagarcía!»

RAQUEL COCAÑO / A.G. VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

ADRIÁN BAÚLDE

La Festa da Auga de Vilagarcía tuvo como pregonero a Fernando Romay, que recordó su medalla de plata de 1984

17 ago 2024 . Actualizado a las 21:04 h.

Tras una larga noche de fiesta para los más jóvenes, quienes ya tienen el cuerpo acostumbrado a este ritmo del San Roque, la juerga se prolongó durante la salida de la imagen de la capilla de Santa Baia, previa a la procesión que terminó con su entrada en la capilla de San Roque, no sin antes haber bailado al ritmo de canciones entonadas por los andantes en su honor. Grandes clásicos como ese: «Como San Roque no hay ninguno».

Rodeado por todo el equipo de seguridad organizado para evitar daños en la imagen, los asistentes al inicio de la procesión siguieron a la figura y a sus portadores hasta su entrada en la capilla. Grupos organizados con las mismas camisetas seguían a la imagen con toda la alegría propia que provoca esta fiesta en todos los asistentes. Fue enfrente de la capilla de San Roque donde el pregonero de esta edición, Fernando Romay, pronunció las palabras de un discurso del que solamente se logró captar un alto: «Viva Vilagarcía!» al final, precediendo al plato fuerte de la guerra acuática. Tras esto, aunque ya anticipado durante todo el multitudinario recorrido que se dio, comenzó la batalla de agua, con pistolas entre los más pequeños, manguerazos desde las terrazas y calderos desde las azoteas. Todo preparado de antemano por su ya larga y célebre tradición.

ADRIÁN BAÚLDE

¡Aquí no llega!

Fue al grito de «¡Aquí no llega!» con el que los propietarios y habitantes de las terrazas se animaron y comenzaron a sacar los capachos, los cubos e incluso los calderos para las fregonas. Todos llenos de agua y vertiéndolos sobre los divertidos y risueños asistentes. Además, con esta estampida de agua, consiguieron que todos les imitasen, comenzando una batalla de pistolas de agua al más estilo americano. Chapoteos en los charcos del suelo, explosiones de globos de agua o camisetas escurridas también estuvieron presentes desde ese momento y hasta el final de la fiesta, animando a los bebés que se empezaban a dormir.

Con ropa cuya serigrafía exponía a los pertenecientes al mismo grupo, con niños deseosos de seguir mojándose, con lemas como «Si se moja uno, nos mojamos todos» y con una gran cantidad de litros de agua se llenaron las calles de Vilagarcía en la celebración de la Festa del Agua. Una celebración que ya había comenzado por la noche, por los más jóvenes, quienes continuaron animando con sus canciones al ritmo de altavoces y micrófonos.

El regateo de Antonio

Para los rezagados, aquellos que no pudiesen comprar una funda para el móvil o un arma para luchar con el agua, diversos puestos se dispusieron por las calles céntricas con el objetivo de conseguir vender la mayor cantidad de mercancía posible. Tal fue el caso del puesto de Antonio, un hombre que trae sus compras y tienda desde Portugal, y que aceptaba los regateos de sus clientes con felicidad, no sin antes intentar vender todos sus productos a los multitud de fiesteros que reúnen para celebrar la existencia del Santo.

Fue Fernando Romay el encargado de dar el pregón de la Fiesta del Agua del San Roque de este año. La elección de la comisión que decide estos asuntos, o eso se intuye porque nunca se explica la elección del pregonero, se sustenta, en la conjunción de que en el año 1984 el equipo de baloncesto masculino español consiguiera la medalla de plata, y que fue justamente ese verano cuando comenzó la Festa da Auga. Por lo que, y a modo de recordatorio, la presencia de Fernando Romay consolidó esta edición de las fiestas en su cuarenta aniversario, coincidiendo con el suyo propio relativa a su historia baloncestista profesional. Una final olímpica en la que coincidió con un todavía universitario Michael Jordan, perteneciente a EEUU, y que se llevó el oro en la competición.

Cuenta la leyenda que Fernando Romay taponó a Jordan en una acción del partido, pero habría que preguntarle a Iturriaga, que no vino por Vilagarcía, aunque sí lo hizo José Manuel Beirán. El pregón de Romay no se escuchó, por cierto; se intuyó en un viraje que nos devolvió a los pregones primigenios.