En la fiesta gastronómica de A Illa, hasta la cocina: 3.500 zamburiñas, 140 kilos de sardinas y medio centenar de voluntarios trabajando
AROUSA
Esta noche concluyen siete días de comilona en el paseo de O Cantiño y de mucha faena para la familia del Céltiga. Las arcas del club lo agradecen
18 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.El día amaneció con nubes, perfecto para el Céltiga. Hablamos del club de fútbol de A Illa, y no precisamente por motivos deportivos. La entidad lleva veinte años organizando la Festa Gastronómica do Mar con el fin de recaudar fondos, y vaya si recaudan. El presidente, Alex Zels, evita dar números, pero reconoce que el comedor que montan todos los veranos en el paseo de O Cantiño financia más de la mitad de los gastos de club. Eso sí, hay que arrimar el hombro.
Los 17 miembros de la directiva, y por extensión sus parejas, trabajan de sol a sol en la logística de una fiesta que reúne a cerca de 4.000 comensales los días de mayor afluencia. El 15 de agosto fue, un año más, el que se llevó el récord de los siete que ocupa la cita gastronómica en el calendario —9, 10,11, 15, 16, 17 y 18 de agosto—. Esa jornada, en los mostradores se sirvieron 500 kilos de mejillón, 200 de navaja, 180 de almeja, 140 de pimientos de Padrón, 3.500 zamburiñas y 600 raciones de paella, entre otras viandas. Entre los productos más apreciados están el pulpo á feira —a 13,50 euros el plato— y las sardinas asadas, de las que el jueves se vendieron 140 kilos. No debe haber muchos lugares donde se ofrece la estampa que ayer a las tres de la tarde se podía ver en A Illa. Allí las sardinas se asan sobre el mar, literalmente, porque con la marea alta el agua alcanza las patas de la humeante parrilla de la que se ocupan Óscar, Pablo, Quinso y Chulas. A esa hora ya se había despejado el horizonte y sudaban la gota gorda para suministrar a quienes hacían cola para hacerse con la correspondiente ración.
En esta fiesta está todo perfectamente organizado; primero hay que ir a la caseta de venta de tiques y, con el papelito en la mano, cada cual se dirige a los mostradores donde se reparten los distintos platos y las bebidas. Este sábado a la hora punta había que hacer cola para pagar las consumiciones. En el turno del mediodía la mayoría de los comensales son turistas llegados de todos los puntos de España y de parte del extranjero, Portugal, Francia y Alemania, sobre todo. Los vallisoletanos Óscar y Julio están veraneando en Sanxenxo y tras visitar el viernes la isla de Ons decidieron que el mejor plan para el sábado era irse a comer a A Illa, aunque ya anteriormente se habían dado un homenaje con una mariscada de lujo en O Grove y se habían provisto de género en la plaza de Portonovo. «Con dinero todo sabe bien», comentaban. Ayer, los mejillones, los camarones y las botellas de albariño se las sirvió un personal ataviado con camiseta azul y escudo del Celta estampado en el pecho.
Es el otro equipo del club, el de los voluntarios de la fiesta, que forman medio centenar de vecinos entre los que hay directivos, ex jugadores, socios... y hasta un ex alcalde, como Carlos Iglesias que se ocupaba de la caja. «E que o Céltiga lévase no sangue», señalaba unos metros más allá Zulema, otra de las voluntarias. Ellas son minoría, pero el presidente espera que para el año próximo se apunten más mujeres para echar una mano teniendo en cuenta que se va a formar un equipo femenino. Muy cerca de allí, en la antigua lonja, se monta la cocina y el almacén. Luis lleva veinte años preparando las paellas, aunque no deja de llegar savia nueva como Joao, un portugués que acaba de sumarse a la familia carcamán y está encantando. Todo funciona como un reloj y para completar la fiesta están las atracciones de feria y los puestos de rosquillas. Lo peor es encontrar un hueco donde aparcar en el puerto.