La Badalona gallega del baloncesto

J. R. Alonso de la Torre REDACCIÓN / LA VOZ

AROUSA

ADRIÁN BAÚLDE

EncestaRías, un torneo que conecta con la esencia y la filosofía del básquet en Vilagarcía

22 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El baloncesto era un deporte que se jugaba los domingos por la mañana. Cuando no existía esta locura de partidos de fútbol televisados, los horarios deportivos estaban claros. La matinal dominical se dejaba para el baloncesto, el balonmano, el vóley o el hockey sobre patines y las tardes se consagraban al fútbol. La imagen tradicional de aquellos tiempos, les hablo de finales del siglo pasado, era la de un matrimonio paseando por Vilagarcía en el crepúsculo del fin de semana con el marido escuchando en un transistor, ¡sin auriculares!, las narraciones sobreactuadas de los narradores de los partidos de Primera División y los pitidos histéricos de los goles.

De aquellas tardes de domingo provienen algunas frases míticas, expresiones radiofónicas de locutores intensos que armaban un gran revuelo para anunciar «gol en Las Gaunas» o «penalti en La Condomina». Los dos programas futboleros de entonces se llamaban Domingo Deportivo Español y el resistente Carrusel Deportivo. Su sonsonete característico aún pone de los nervios a aquellas esposas que no podían hilar una conversación con sus parejas por culpa de un larguero en Balaídos o un ¡uy! que llegaba desde el Carlos Tartiere.

En Vilagarcía también se cumplía esa norma horaria. Por las mañanas, íbamos primero al pabellón del Liceo, años después, al de Fontecarmoa, para ver partidos de baloncesto. Aquí nunca tuvimos equipos de campanillas hasta que el Cortegada ascendió a la División de Honor femenina, pero siempre hubo un gran baloncesto de base y una afición potente que dio jugadores, directivos y entrenadores de primera.

El caso del Cortegada, de hecho, fue el resultado de un trabajo que empezó desde la base en el Instituto de Carril y con el tiempo dio resultados espectaculares, pero nunca se hicieron locuras ni se hipotecó el futuro con inversiones locas. Si no se podía tener un equipo en LEB Plata ni LEB Oro (hoy Primera y Segunda), no se tenía, aunque hubiera posibilidades de ascender. Y así, a base de sensatez y trabajo, Vilagarcía se convirtió en la capital de la cantera y brillaron perlas refulgentes cuyo destello se mantiene, ya sea en la selección femenina española, en la dirección del baloncesto en Azerbaiyán o en la presidencia del Breogán. Pero lo importante es que el baloncesto nunca dejó de tener importancia en la ciudad, una Badalona gallega en pequeño sin las posibilidades económicas de la ciudad catalana.

Tardes de final de siglo

Así que, en Vilagarcía, hace solamente un cuarto de siglo, los domingos por las tarde, el Arousa en A Lomba con la radio en el regazo para seguir los carruseles, y por la mañana, canastas en Fontecarmoa. Se jugaba un baloncesto bonito y había incluso una revista de básket local en la que durante años tuve una sección titulada Misa, baloncesto y paella, que se inspiraba en las tradiciones dominicales vilagarcianas: religiosa, deportiva y gastronómico-familiar.

La Federación Provincial de Pontevedra tenía una delegación en Vilagarcía, que presidía José Luis Renda, y el arriba firmante, que años atrás había sido entrenador y árbitro (llegué a pitar en Salamanca en la división en la que milita actualmente el equipo femenino de Vilagarcía), participó en la actividad más extraña que nunca he llevado a cabo: fui miembro del Comité de Competición y una vez a la semana me reunía con otros jueces para castigar a quienes despreciaban al contrario o insultaban a los colegiados, que en aquel tiempo se llamaban amigos en un acto de cursilería deportiva muy tierno.

Entre los resultados positivos y lógicos de ese trabajo perseverante y riguroso, están dos perlas de Arousa. Una es educativa, me refiero al ciclo superior de baloncesto que se imparte en el instituto Bouza Brey, hoy CIFP Fontecarmoa. La otra es uno de los mejores torneos de baloncesto del país, EncestaRías, que acaba de celebrar su novena edición con prólogo de nivel Euroliga incluido (RealMadrid-Mónaco), y la lujosa participación en el torneo del Mónaco, el Valencia Básket y los dos representantes de Galicia en la ACB: Breogán y Básquet Coruña.

EncestaRías nació en Vilagarcía de la mano de dos apasionados de este deporte, Iván Villar y Diego Doval. En su génesis, latía la filosofía que siempre ha empujado el baloncesto local: pasión, ganas, afición, apoyo a las bases y sensatez. Es decir, sueños imposibles, pero realidades efectivas. Les pasaba como a los portugueses en la selva amazónica: cuando se convencían de que allí era imposible levantar un fuerte y construir una ciudad, el fuerte y la ciudad ya estaban hechos. Con EncestaRías es igual: cada año es mejor y cada año, al acabar el torneo, se preguntan cómo ha podido salir adelante con dos locos de entusiasmo dirigiendo y 40 voluntarios ayudando.

EncestaRías nació en Vilagarcía y es un torneo muy vilagarciano por su esencia y su conexión con la historia y la filosofía del básquet en la ciudad. Aquí, podían meter 2.000 espectadores en las dos jornadas del campeonato. En Pontevedra, pueden atraer a 6.000 personas al pabellón. Si lo llevan a Vigo, podrán tener 12.000 y si lo celebraran en Madrid, 24.000. Pero la magia de EncestaRías era y es su carácter local, su conexión con la historia voluntariosa, abnegada y emocional del baloncesto en Vilagarcía, una ciudad pequeña a la que le gustaría seguir siendo la Badalona gallega. Pero para eso necesita su fiesta anual: EncestaRías.