
Nydia cumple 18 años con su objetivo cumplido: ser un refugio para los amantes de la danza y, especialmente, de las disciplinas urbanas
25 sep 2024 . Actualizado a las 15:28 h.A Ricardo García siempre le gustó bailar. Con cuatro años comenzó a tomar clases de baile gallego, «que era lo que había por aquí». No tardó en dar el salto al ballet tradicional. Y para cuando cumplió los doce, descubrió que «aquello me gustaba, pero no era lo mío, no me llenaba». Así que se puso a investigar qué otras cosas había por ahí. No fue sencillo: en aquel tiempo las redes sociales no existían y lo más parecido a un tutorial de Youtube eran los vídeos grabados de los programas de la tele. «Mis primeros pasos en el baile moderno los di viendo vídeos de Chayanne y Jennifer López», cuenta Ricardo sonriendo. Luego, a medida que se iba abriendo camino, llegó al mundo de las danzas urbanas, donde se sintió como en casa. «Empecé a dar clases a grupitos de personas a las que les gustaba lo que hacía», explica. Y con 22 años decidió cometer «una locura; una locura buena»: abrir una escuela. Un refugio para los amantes del baile. Así nació, hace 18 años, Nydia.
«Nuestra insignia es el baile moderno, las danzas urbanas», cuenta García. Quizás eso explique la capacidad de su escuela para atraer a adolescentes. «Tenemos muchísima gente de esa edad. Sienten la escuela como un refugio, como un lugar para despejarse, para concentrarse en algo que les interesa y que les permite olvidarse durante un rato de sus problemas de adolescentes». Y la llave para liberarse de todos esos temores y rompecabezas es, al fin y al cabo, la música que escuchan, la que les gusta escuchar. «Los adolescentes quieren bailar con los ritmos que interiorizan, con los que conectan», explica Ricardo.
Pero la escuela de Nydia recibe alumnado de un amplio rango de edad: desde rapazada menuda que comienza a conocer las posibilidades de su cuerpo, a gente adulta a la que le gusta bailar y que disfruta con una variada gama de actividades. Hay opciones para todo el mundo, porque de lo que se trata, cuando hablamos de Nydia, es de disfrutar con lo que se hace. Esta no es una academia en la que perseguir la fama, esa que cuesta y que hay que pagar con sudor. Esta es una escuela para descubrir y gozar con una actividad que tiene miles de años de historia, probablemente una de las primeras formas de expresión artística del ser humano.
Así que mucho del alumnado de Nydia ha encontrado en la escuela un camino que les ha enseñado a vivir bailando, que les ha permitido convertir la danza en un elemento más que enriquece su vida. También ha habido, claro, quienes han encontrado en este arte un camino profesional. Y en eso, dice Ricardo, se ha notado mucho cambio: «Antes, cuando alguien decía que se quería dedicar a la danza, las familias no lo veían muy claro. Ahora es diferente», aclara con una sonrisa.
La sonrisa. He aquí un elemento fundamental en el modelo de enseñanza que él y el resto del equipo docente ofrecen; un gesto que tienen muy en cuenta durante cada una de sus clases. La sonrisa es un claro indicador de que las cosas van bien. Ricardo la busca en el rostro de su alumnado, pero también en el del público. Y da igual que este sea esa multitud que llena el auditorio cada vez que se celebra el festival anual de Nydia —todo un clásico en la programación cultural de Vilagarcía— o quienes se encuentran de repente en medio de los flashmob que realiza la escuela sea para una petición de mano, para una boda o para lo que sea. «Suelen pedírnoslos para momentos que van a ser muy especiales para una persona... Y poder formar parte de esos momentos, para mí, es un regalo muy, muy emocionante».
Sorteando desde la crisis económica hasta la pandemia que paró a todo el planeta
El año pasado, más de 150 personas acudieron a clases de baile moderno, teatro musical, capoeira, Kpop, conciencia corporal, danza oriental e incluso canto en la escuela de Nydia. Las clases son independientes, unas infantiles, otras para adultos, pero todas mantienen un vínculo secreto: a final de curso, todo el centro se vuelca en un espectáculo conjunto que convierten en una gran fiesta que comparten con el resto de Vilagarcía. Además de las clases que se dan en la sede de la escuela, Nydia imparte actividades extraescolares y este año ha llegado a un acuerdo con la escuela de música de Vilanova.
El currículo anual de la entidad, explica Ricardo, incluye desde hace algunos años la celebración de campamentos de verano de baile: una cita que arrancó como un proyecto de consumo interno pero que ha ido creciendo en días, en proyección, en variedad de los talleres que se imparten. Y es que las iniciativas que echan buenas raíces van ganando cuerpo con los años.
Y eso que Nydia se ha encontrado con problemas a lo largo de su vida. Nació poco antes de que el estallido de la burbuja del ladrillo hiciese que todo se tambalease. Cumplió diez años «viendo como nuestro alrededor cerraban todo tipo de negocios». Y hace cuatro años tuvo que hacer frente al covid. «Fuimos de los primeros sectores en cerrar y de los últimos en abrir», recuerda Ricardo. Afortunadamente, tras aquellos meses de incertidumbre y temor, la danza se convirtió en una forma de liberar la tensión acumulada y el baile pudo seguir.