El proyecto que permitirá contemplar en A Toxa el árbol que sobrevivió a la bomba de Hiroshima

leticia castro O GROVE / LA VOZ

AROUSA

Leticia Castro

Alumnos alemanes y del Monte da Vila diseñan un bosque lleno de ejemplares de especies cargadas de simbolismo: el árbol de Guernica, el que Anna Frank veía desde la ventana...

27 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Imagínense ir paseando por el monte central de A Toxa y trasladarse por unos instantes a los convulsos años de la II Guerra Mundial, haciéndolo a través de la conexión con la naturaleza. Parece increíble pero no lo es. Desde hace algunos días, varios alumnos de Secundaria del Instituto Oberstufen-Kolleg de Bielefeld, en Alemania, con su director Christian, están realizando en O Grove una actuación medioambiental importantísima de la mano del IES Monte da Vila y la Comunidade de Montes de San Martiño, que además cuenta con el aval e implicación del propio Concello. Se trata de un proyecto de reforestación con un añadido emocional, con proyección a futuro y en el que se han implicado estudiantes de ambos países, una experiencia del todo enriquecedora. La idea es plantar árboles simbólicos, algunos en riesgo de extinción, para los que se están tramitando ya los permisos correspondientes.

Así quizás en un futuro podremos ver algún kinkgo biloba, como el que sobrevivió a la bomba de Hiroshima; un castaño de indias como el que Anna Frank veía desde su ventana; un ejemplar del árbol que sobrevivió a la masacre de Oradour, en Francia, o incluso un roble como el que es símbolo de la resistencia en Guernica, así como otros que crecieron próximos a algunos campos de concentración donde fueron exterminadas miles de personas. Pero también quizás un réplica de la «figueira do meco» que según cuenta la leyenda se encontraba en el alto del monte Siradella. Una información que buena parte del alumnado grovense que acudió está semana al monte central parecía desconocer, y que los conecta más a las raíces, y un capítulo de la villa que hizo conectar aún más a los visitantes germanos. Es, desde luego, una buena lección de historia que aprender mientras uno pasea por el monte público.

El punto de implicación es tal en este proyecto medioambiental que el centro educativo Monte da Vila dispone de un huerto donde germinan semillas de algunas especies autóctonas y foráneas, y el alumnado de dibujo ha ideado bocetos para crear el espacio donde irán ubicadas estas especies que formarán parte de una interesante ruta, si todos los permisos llegan a buen puerto. Sin ir más lejos, esta semana visitaron A Toxa para visualizarlo sobre el terreno, junto a sus ya amigos alemanes.

La experiencia es tan buena, que desde el IES Monte da Vila buscarán tramitar el Erasmus para estudiantes de ESO, pero con Bielefeld ya disponen de convenio para mandar allí a alumnado de FP de Sistemas Microinformáticos y Redes, que también participaron de la experiencia y harán allí sus prácticas. Y es que el coordinador alemán Christian Schweihofen señalaba hace unos días en una reforestación en Meloxo que a futuro también buscan implantar sensores en la tierra para medir la humedad y ver la idoneidad de lo que se debe plantar en cada lugar para que enraíce bien.

Leticia Castro

Reforestando monte comunal en Meloxo con roble portugués

El primer contacto del estudiantado alemán con O Grove fue con pico y pala para repoblar terrenos que los comuneros pusieron a su disposición. En Meloxo se plantaron 240 robles portugueses y en A Toxa 250 ejemplares de laurel en lugares en los que la acacia se expandía de manera descontrolada. Los profesores y alumnos del país germano aprovecharon su estancia en Galicia para reforestar también una zona en Frouxán, en O Caurel, con 200 alcornoques, y plantaron otros 180 en Vilamor. Pero a Porto Meloxo pretenden en un futuro volver y repoblar el sitio con roble «Meloxo», el que dio nombre a este barrio, que todavía habita en la roca de Malveira Grande, una isla que se hundirá en el mar, dicen, con el cambio climático. «Pero este ecosistema único en Europa, tal vez pueda resurgir», cuenta el profesor alemán. Llegaron con semillas bajo el brazo de 220 robles de la libertad de Oradour, donde tras la masacre solo quedó en pie este árbol, pues edificios y casas fueron bombardeados por los nazis, y dejaron germinando 50 semillas de las rosas de Majdanek, la flor que crecía junto al campo donde se seleccionaba a los judíos para luego ser gaseados.

Esta es una experiencia que ansían que se repita. «Ellos plantaron árboles que también crecen en los corazones de todos los que han participado», decía una profesora del centro meco. La colaboración resultó animada e integradora, fue un incentivo para comunicarse en otra lengua, y fue enriquecedora porque de ella participaron también maestros de Inglés, Gallego, Biología, Artes y Economía. Especialmente relevante fue el papel de Gerardo Ortega, coordinador de los Erasmus de FP en el instituto grovense, consciente de la magnitud del intercambio y las posibilidades de futuro que abre al centro. El proyecto, según cuenta Christian Schweihofen, está financiado con fondos Erasmus y tiene gran recorrido.