Vilagarcía aboga por proteger la antigua sede en ruinas del hospitalillo por unanimidad

Serxio González Souto
serxio gonzález VILAGARCÍA / LA VOZ

AROUSA

MONICA IRAGO

La Cruz Roja traslada sus oficinas a un nuevo local en la calle Ramón López Piñeiro, pero el albergue de transeúntes seguirá en los terrenos de la residencia

24 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Hasta hace un par de años, la actividad de dos de las principales oenegés que operan en Vilagarcía, Cáritas y la Cruz Roja, se concentraba frente a la plaza de la Constitución, en instalaciones que, en realidad, son propiedad de la fundación que gestiona el asilo de ancianos de la ciudad. Poco a poco, ese núcleo de trabajo social va desapareciendo de este entorno. Primero fue Cáritas la que, gracias a una importante donación particular, pudo proveerse de una magnífica sede nueva en el inicio de la avenida Rosalía de Castro, donde ahora funciona incluso su comedor.

La Cruz Roja prepara su propio traslado, aunque únicamente de la parte menos aparatosa, por así decirlo, de su labor. Se trata de sus oficinas y de alguna aula de formación, que en breve prestarán sus servicios en la calle Ramón López Piñeiro. El albergue de transeúntes, sin embargo, continuará de momento en su emplazamiento actual. Todo ello sobrevoló, de alguna manera, la moción que ayer prosperó en el pleno de la corporación municipal para que el antiguo hospitalillo gane la protección patrimonial de la que hoy carece.

La iniciativa partió del BNG, cuyo portavoz, Xabier Rodríguez, considera imprescindible que Vilagarcía reconozca la importancia histórica del edificio y su dimensión social y cultural como primer asilo de la capital arousana. El edificio de cantería, que hace apenas unas semanas fue apuntalado para evitar que la techumbre se viniese abajo sobre la vía pública, fue inaugurado en 1898, seis años después de que su fundadora, Luisa Vila Jáner, heredera de una de las familias de origen catalán que impulsaron la salazón en el mar de Arousa, instituyera su creación a través de su testamento. En él dio instrucciones para la construcción de un centro de atención dotado de doce camas y legó dos mil reales anuales con los que sufragar los gastos de su funcionamiento. El nuevo asilo, el actual, no abrió sus puertas hasta 1985, lo que da una idea del papel social que estas instalaciones desempeñaron a lo largo del siglo XX.

El portavoz de Esquerda Unida, Juan Fajardo, añadió otro punto de interés: «Nese edificio fíxose a primeira homenaxe á Constitución da primeira corporación democrática deste Concello». Fajardo abogó, además, por no caer en el «fachadismo» mientras Ana Granja planteaba, desde las filas del PP, un cambio en el texto por considerar que es el Ayuntamiento el que debe ejercer sus competencias antes de pasar la pelota a la Xunta. De hecho, recordó, el inmueble no figura en el catálogo municipal de bienes a conservar, en vigor desde el 2000. La socialista Tania García subrayó que esa comunicación a la Xunta ya se ha realizado. Ravella remitió hace meses un informe completo y argumentado a la Dirección Xeral de Patrimonio Cultural, que declinó su catalogación. El alcalde, Alberto Varela, explicó que, en estos momentos, la figura del regidor no es más que una en el seno de un patronato formado por cuatro personas. Y un retoque en la moción, en definitiva, consiguió que el pleno apoyase por unanimidad dar protección al maltrecho hospitalillo. Un ejercicio, el del voto unánime, que aquí cuesta lo suyo.

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En traslado. Hoy por hoy, el albergue de transeúntes de la Cruz Roja, que opera en terrenos del antiguo hospitalillo, no tiene alternativa en Vilagarcía para la docena de plazas que ofrece y poseen demanda constante. En cambio, sus oficinas funcionarán en breve en la calle Ramón López Piñeiro.