
Alumnos y profesores de diez colegios e institutos de la comarca demostraron tener mucha conciencia ambiental en sus proyectos tecnológicos
09 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Robótica y programación. Eso es lo primero en lo que se piensa cuando se habla de una feria de ciencias. Pero los alumnos de diez colegios e institutos de la comarca de O Salnés demostraron que la ciencia es mucho más que nuevas tecnologías. Los proyectos presentados en la Feira Salnés Ciencia destacaron por su originalidad y sorprendieron al conselleiro de Educación, Román Rodríguez y al alcalde de Vilagarcía, Alberto Varela. Ambos recorrieron el recinto y se quedaron encantados con el desparpajo con el que los chavales explicaban sus obras y con su conciencia medioambiental.
La innovación y el saber estaban muy presentes en la plaza de A Peixería, donde alumnos y profesores se dieron cita para mostrar los trabajos de sus clubes de ciencias. Allí estaban los de A Escardia, por ejemplo, cuyo club se estrenó este curso. A pesar de ello, presentaron asombrosos trabajos en los que la electrónica y la robótica estaban muy presentes, como el tren programado para recorrer las estaciones del mundo en las que hay conflictos bélicos.
Los del colegio de San Tomé, en cambio, diseñaron un sistema de riego automático, con sensores que detectan la humedad de la planta, y sus estudiantes explicaban, con detalle, qué tipo de experimentos caseros se pueden hacer para comprobar la calidad de la tierra antes de realizar una plantación. Los de los Salesianos, por su parte, diseñaron una casa domótica con sensores que solo encienden la luz cuando se hace de noche y un puente hidráulico que se levantaba y bajaba con jeringuillas llenas de gua. También diseñaron sus propios bioplásticos. En O Mosteiro, en cambio, se convirtieron en verdaderos forenses y ofrecían a los participantes la posibilidad de averiguar a qué animal pertenecían los cráneos en exposición, además de que presumían de los huesos de una nutria y un tejón que ellos mismos limpiaron.
Pero en la muestra había mucho más: desde las cocinas solares o la escritura al revés de Leonardo da Vinci hasta los sorprendentes experimentos del instituto Cabanillas, que también permitían examinar el viñedo a través de un microscopio para ver sus enfermedades. No faltaron los trabajos para reutilizar los plásticos, en pendientes y collares, ni las lecciones de cocina molecular, donde unos pequeños chefs enseñaron a sus compañeros a hacer esferificaciones.