El privilegio adormece el pensamiento: el Día del Orgullo es un acto de reivindicación
AROUSA

Este sábado, el Cabaret del Amor animó Vilagarcía y en A Illa dieron lectura a un manifiesto
28 jun 2025 . Actualizado a las 16:19 h.El Día del Orgullo es una cuestión complicada. No es fácil determinar qué es lo que realmente se celebra, y si, en efecto, existe algo que celebrar. Lo cierto es que muchas personas abrieron el camino a la libertad de la que ahora gozamos (que no es toda, ni justa). Pertenecer al colectivo LGTBIQ+, ser queer, bisexual, transexual, no ser nada, querer serlo todo, es partir de una base que se tambalea. Como cada 28 de junio, el Día del Orgullo llegó a Arousa. En Cambados, en Vilagarcía y en Vilanova lucen la bandera del Orgullo y en Meis y Ribadumia ya hace días que se sumaron a la reivindicación, que ayer tomó aires festivos en Vilagarcía. El Cabaret Amor de Nelson Quinteiro llenó este sábado de música y lencería las calles ante la mirada la curiosa de los transeúntes.

Hay algo curioso —y profundamente inquietante— en el comportamiento humano: cuando no hay nada urgente que duela ni carencias reales que asfixien, el vacío se llena con odio o incomodidad hacia aquello que no se entiende. Así es como la existencia de lesbianas, gais, personas trans, migrantes, mujeres que exigen derechos o cualquier identidad que no se pliegue al molde dominante, se convierte en una amenaza. Una amenaza imaginaria, construida sobre la base de la ignorancia, del miedo y del aburrimiento.
El privilegio adormece el pensamiento. Uno no empatiza, no escucha, no ve. Durante el Cabaret Amor, pasaron unos chavales caminando con una mujer de unos cincuenta años. Al cruzarse con la actuación, intercambiaron miradas y alguna que otra mofa. Quizá el que se reía estaba muy aburrido o tiene una vida tan vacía, tan plana, tan cómoda, que cualquier cosa ajena le sirve de entretenimiento.
Aun así, Vilagarcía fue amable con el cabaré. Las mujeres, especialmente, se mostraban más abiertas, más dispuestas a implicarse, a mirar con alegría y respeto el espectáculo.
A muchos hombres, en cambio, les costaba más levantar la vista de su cerveza. Pero al menos no dijeron nada. Y eso, tristemente, ya es un avance. Porque gozar de libertad sexual no es una ideología. Es parte de la identidad del ser. No se puede evitar, no se debe reprimir, porque es rica, fecunda, transformadora. Es en la libertad donde descubrimos qué queremos ser y qué nos hace felices.