Ni truco ni trato: el pulpo es la golosina favorita de Os Defuntiños en A Illa
A ILLA DE AROUSA
Los pequeños arousanos arrinconaron las influencias gringas del Halloween para renovar, como cada 2 de noviembre, la tradición ancestral de pedir una sabrosa limosna en favor de las ánimas del purgatorio
02 nov 2025 . Actualizado a las 19:04 h.Por mucho que los esencialistas se lleven las manos a la cabeza, si algo caracteriza cualquier identidad colectiva es su plasticidad, su capacidad de adaptación. Lo que no se mueve está muerto, algo particularmente adecuado en un momento en el que la tradición en Galicia espalla el recuerdo de los que ya se han ido. Claro que esta renovación simbólica constante puede hacerse bien, de forma activa y consciente, o chapuceramente, fiándolo todo al plagio sin más de cuanto impone la metrópolis. Cada 2 de noviembre, A Illa de Arousa ofrece un ejemplo extraordinario a quien quiera abrazarlo. ¿Para qué demonios van a andar nuestros chavales demandando por esas calles de dios el truco o trato de los gringos cuando en el corazón de la ría una costumbre ancestral recrea un ritual similar, mucho mejor y de manera completamente natural y fluida?
La señora Josefa tiene 77 años. «Agora son mozos, pero cando os pequenos da casa aínda eran meniños e vivían en Vilagarcía, viñan ata a Arousa sempre este día para pedir os defuntiños», recuerda nuestra mujer mientras distribuye los gusanitos y chucherías de los que ha hecho acopio para dibujar una sonrisa en el rostro de los chavales que llaman a su puerta. Da gusto pasear por A Illa en la mañana de este domingo. Al margen de las tabernas no hay demasiados negocios abiertos, lo que limita su radio de acción. No importa. Pícaros de todas las edades se han echado a la calle para recoger su recompensa en beneficio de las ánimas que aguardan su momento en el purgatorio. La fórmula tradicional, «unha esmoliña para os defuntiños que van alá» llena sus mochilas con una colección de sabrosas limosnas.
«Eu lembro isto de toda a vida. Cando eu era nena dábannos patacas ou espigas de millo, o que había entón. Agora son caramelos, castañas, mandarinas, chuches. Tamén rezabamos un padrenuestro que hoxe non se fai», añade la señora Josefa. Quien de verdad ha actualizado su catálogo de lambetadas es la señora María, que recibe a los cativos desde su silla de ruedas. «A ver, meniña, ti que prefires? Un croasanciño, unhas chuches ou pulbo?» Como para dudarlo: «¡Pulbo, pulbo!». Y así van cayendo uno a uno los raxos que Gilmar cuece y envasa al vacío, con los que la mujer hace felices a las criaturas, y a sus padres. Sostiene el antropólogo Xosé Ramón Mariño Ferro que estas rogativas por las ánimas no pueden remontarse más atrás del siglo XII, puesto que es entonces cuando los teólogos acuñan la figura del purgatorio. Puestos a escoger, el pulpo no parece un mal consuelo.