
Después de 24 años apostando por el mismo número de la lotería, los empleados de Friscos celebran que les haya tocado
12 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.Pudo no haber sido el elegido, pero una vez apareció en sus vidas, no lo cambiaron por otro. Son ya veinticuatro años de fidelidad. Todo comenzó en Conservas Friscos, Catoira, cuando el por entonces encargado, Miguel Sendón, apostó por el número nueve para generar ilusión entre sus compañeros. Cada uno tiene sus supersticiones a la hora de decantarse por aquello que le pondrá traer fortuna: Sendón confió en una suma. No en una cualquiera; una cuya resultado fueran dos nueves. La combinación 45234 apareció así como un buen número al que aferrarse cada sábado. No fue la única que se contempló, ni la única que se solicitó desde la administración de lotería Catoira para tenerla como abonada. «Pedimos dos opciones de las distintas que se barajaron y nos enviaron la que tocó ahora», explican Milagros Carneiro y Sergio Ferreirós, propietarios del establecimiento. Una mezcla difusa entre la elección y el azar determinaron la opción que hoy tiene premio. Saber si otra hubiera sido mejor, es difícil de precisar. Veinticuatro años después, no solo han sido fieles a un número, toda opción que pudo ser y no fue está totalmente olvidada.
Mari Carmen C.M. y Paula A. B. son dos de las trabajadores de Friscos a las que le tocó la lotería el pasado 28 de octubre. Sus compañeras de empresa y de fortuna las animan a que sean ellas las que echen la vista atrás para recordar aquellos tiempos en los que la Lotería se repartía en la propia conservera. «Con la jubilación de Miguel dejó de llevarse a Friscos pero seguimos comprando el mismo número», relatan. Mientras ambas mujeres hablan, Milagros abre una botella de champán y reparte bombones entre el grupo que se acercó para contar las anécdotas que se acumulan, irremediablemente, después de tantos años.
Aunque el premio que se repartió en Catoira es un señor premio, la suerte estuvo muy repartida. Fueron 12.000 euros por cada uno de los cien décimos que vendió la administración. Los empleados de Friscos compraron buena parte de ellos, pero prácticamente todos los décimos son compartidos por dos o más personas. «Es un dinero muy bien recibido, pero al final la cifra no es tan alta», señalan Mari Carmen y Paula. En ambos casos, se llevan 6.000 euros cada una, sin restar lo que va a parar a Hacienda.
Las anécdotas
«Es difícil dejar de jugar cuando llevas tantos años apostando por el mismo número». Aunque nuestras interlocutoras nunca se plantearon faltar a la cita de los sábados, señalan que durante todo este tiempo sí hay quien tuvo dudas. No es de extrañar. Cuando toca, uno se olvida de todo lo gastado, pero, mientras tanto, es inevitable echar la vista para hacer cuentas. «La compañera con la que comparto el décimo estuvo a punto de dejar de comprarlo. Me preguntó que haría yo en ese caso y, al final, motivada por mi decisión de seguir y la recomendación de su hijo, la continúa comprando», explica. Los euros de la Lotería Nacional cayeron así también sobre ella.
Hay historias de lo más variopintas. Otras dos compañeras, también dudosas, apostaron por la decisión contraria. «Dejaron de jugar justo ese fin de semana», lamentan Paula y Mari Carmen, protagonizando esta última una de las anécdotas de la velada. ¿El motivo?. «Fue un día de celebración doble, el 28, además de tocarme la lotería, es mi cumpleaños», explica. La vida está llena de coincidencias. Y, de casualidades que esperan que vuelvan a repetirse. «Antes de que pasen otros 24 años», ríen. Son muchos los que confían en el 45324: extrabajadores de la empresa que viven en Caldas y Bamio siguen comprándolo cada sábado y cada Navidad. «A nosotras, cuando estamos de vacaciones, también nos guardan el décimo», señalan Paula y Mari Carmen. El resto de sus compañeras asientes sus palabras, pero prefieren que sigan siendo ellas quienes hablan.
La propietaria de la administración sí toma la palabra. Milagros cuenta que ellos también adquirieron la combinación ganadora. De los seis números a los que están abonados los sábados solo se quedan, por razones económicas, con los tres primeros. «Los más antiguos», explica. El 45234, el que se vincula inevitablemente con la empresa en la que se empezó a vender, es el segundo que pidieron. Y les concedieron.