El vikingo catoirense que lleva cincuenta años formando parte del Desembarco

m.santamaria-serantes / a.g. CATOIRA / LA VOZ

CATOIRA

MONICA IRAGO

«Nós non nos disfrazamos, nós vestímonos», afirma Ramón Conde

27 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Ramón Conde lleva cincuenta años en el meollo vikingo. Cuando tenía 14 años, el chico, que ahora ya es hombre, se puso por primera vez la vestimenta y los cuernos, aunque era muy joven. Al año siguiente comenzó a trabajar en Cedonosa, lo que le aseguraba poder participar. Tantos años de experiencia le dan una perspectiva muy especial sobre el acontecimiento del año en Catoira, que este año se celebra el domingo 4 a las doce y media en el recinto das Torres do Oeste. Ramón dice que él no se disfraza, él se viste para formar parte de una tradición muy especial.

El inicio de esta gran fiesta comienza cuando un conjunto de amigos de la zona vieron las fogatas que hacían los vecinos y tuvieron un pensamiento, que resultó ser brillante: «Parece que están anunciando os vikingos». Decidieron organizar una comida en las Torres do Oeste, que en ese tiempo no contaban con ningún tipo de puente y era un lugar mucho más silencioso. A partir de esa primera comida se creó la romería de hoy en día: «Isto é resultado das ideas de moitos individuos que fan o conxunto final». Se colocó un barco para vender la bebida y más tarde se creó la representación del desembarco, con una sola nave y una veintena de hombres. Primero pagaban por participar y con el paso de los años la gente dejó de ir por culpa del paso de los años. Ramón se dio cuenta de esto y hace cuatro décadas y decidió hablar con ellos para volver a reunirlos diciendo que «o viquingo de verdade non cobra, o viquingo de verdade vén porque goza da festa». Para la época, que un evento fuera capaz de traer a tres grupos musicales era toda una novedad. En palabras de Ramón: «Era como se trouxeran a Madonna, Rosalía e a Taylor Swift».

Cada vez que este vikingo experimentado habla, se nota su gran amor por la Romería. Para él participar en el desembarco es formar parte de algo, y vivir los mismo que muchas generaciones de nacidos en Catoira. Cuando se habla del relevo generacional Ramón Conde comenta que hay gente muy joven que tiene pasión por esta celebración, incluso tiene tiempo para el sentimentalismo. «Cando vexo a algún rapaz desembarcar véxome a min mesmo reflexado cando tiña catorce anos», dice el hombre.

En una de las muchas anécdotas que puede contar relata como un año, una mujer, al verlos, se puso a rezar. Ella pensaba que venía a una romería en la que se paseaba al santo, y cuando vio a los hombres y mujeres disfrazados de vikingos creyó que era real y empezó a gritar «por favor, non me matar». «Hai xente que ven despistada, esta é unha romaría sen santo», comenta Ramón Conde entre risas.

Cuando se le pregunta por el momento más especial durante estos cincuenta años se queda en silencio y dice no ser capaz de elegir uno porque cada edición le sorprende con algo. Una a destacar es el año en que La Sexta decidió hacer un especial sobre el desembarco, cuando este aún no era tan conocido, y hablar con la persona anónima que ayudaba a organizarlo. De esta forma llegaron a Ramón, que dice no ser importante, pero cada año recordaba las normas que aseguran la seguridad de todos los participantes y que era el primero en subirse al barco y el último en desembarcar, después de asegurarse de que todo iba bien y no queda nadie en la embarcación.