O Gato de Catoira comanda el asalto de los fieros cachorros de los vikingos a las Torres de Oeste

Serxio González Souto
serxio gonzález CATOIRA / LA VOZ

CATOIRA

Sergio Álvarez apadrina el desembarco Vikinguinho, que garantiza a las hordas normandas una fiel cantera de invasores de tres a doce años

06 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Úrsula, Úrsula, Úrsula». Los vikingos que cada verano toman las Torres de Oeste al asalto bramaron ayer de nuevo su telúrica invocación. Pero en este caso no se trataba exactamente de los fieros normandos que el domingo, como cada primer fin de semana de agosto, siembran Catoira de barro, cascos cornúpetos y vino tinto, sino de sus jóvenes cachorros: la nueva hornada de arriesgados navegantes que, por primera vez en las 64 ediciones que ha cumplido ya la renombrada fiesta arousana, hicieron historia al inaugurar el Vikinguinho, un desembarco diseñado exclusivamente para los más pequeños.

El día había amanecido salpicado de nubes, perfecto para la ejecución de una buena invasión de lordemanos, la denominación que los habitantes de la Gallaecia altomedieval dieron a los temibles hombres del norte cuando sus drakkar asomaron por primera vez sus mascarones en el mar de Arousa, allá por el siglo IX. Alejados de las multitudes del fin de semana, varias decenas de tripulantes comprendidos entre los tres y los doce años se hicieron a la mar en dos turnos.

Las tres embarcaciones que componen la flota catoirense —Frederikssund, Torres de Oeste y Ardglass Catoira— estaban a su entera disposición para rodear la Illa dos Ratos, navegar hacia las boyas del Ulla y acabar poniendo proa a la antigua fortaleza, donde desembarcaron con toda la pasión, el entusiasmo la empatía y, por qué no decirlo, también la pizca de crueldad que solo se combinan en su justa proporción en esa corta edad en la que cualquier maravilla es todavía posible. Incluso los chavales que únicamente ejercían como público se lo pasaron estupendamente, preguntando a sus madres y abuelos qué era aquello que sucedía ante sus ojos o vistiendo una pelliza peluda, espada y escudo en mano.

Acierto, pues, de las gentes de Catoira con este Vikinguinho que a buen seguro tendrá continuidad, en un entorno que, por lo demás, se mostró tal y como se había prometido: limpio de los restos del desembarco sénior.

ADRIÁN BAÚLDE

Quen dixo medo? Varias decenas de jóvenes normandos, de tres a doce años, tripularon ayer los tres drakkar que componen la flota de Catoira, con un aguerrido comandante al frente: el portero Sergio Álvarez apadrinó el nacimiento del desembarco Vikinguinho.