El mensaje en una botella de Lucas que salió de O Grove y llegó a Bilbao: «Ahora mandaré otras y quiero que lleguen a América»
![Nieves D. Amil](https://img.lavdg.com/sc/GccPZCjxd5cmuY0uwk-u3ker2-I=/75x75/perfiles/178/1622648187648_thumb.jpg)
O GROVE
![Lucas, con la foto de la chica de Bilbao que encontró su botella](https://img.lavdg.com/sc/9IYCfAaLtJLgbkd-EBNFV-u44R8=/480x/2025/02/06/00121738841461997208951/Foto/i_20250205_164653000.jpg)
Una mujer la encontró mientras hacía kayak y se puso en contacto con el niño
06 feb 2025 . Actualizado a las 14:45 h.Lucas tiene diez años y vive en Pontevedra. Como dice él varias veces a lo largo de la conversación, está «flipando». Su historia no es para menos. Nunca pensó que lo que empezó como una aventura a finales de verano en San Vicente do Mar, en O Grove, se convirtiese en una hazaña que quiere repetir. El 28 de agosto, Lucas y su padre, José Pérez, pensaron en meter un mensaje dentro de una botella para ver hasta dónde llegaba. En la mente de este niño de quinto de Primaria le intención era que las corrientes la llevasen hasta América. Con esa idea, escribió una carta en una hoja de libreta. En ella dibujó su mano y se presentó. Le contaba quién era y cuántos años tenía. Además le ponía un correo electrónico al que le gustaría que contestasen si esa botella llegaba algún día a la otra parte del mundo. Así que el 28 de agosto, José y Lucas se subieron a su kayak en la playa de As Pipas, en O Grove, y lanzaron la botella de albariño con el mensaje dentro. «Le puse que se la mandaba desde Pontevedra, Galicia y España», apunta el crío pensando que cruzaría el Atlántico.
El verano se acabó y retomaron la rutina. Su familia regresó a Pontevedra y Lucas volvió al colegio. Estudia en Las Doroteas, donde alguno de sus amigos ya conocen su aventura, pero todavía le queda contarla con detalle al resto. De vez en cuando entraba en el correo electrónico que habían creado únicamente por si tenían respuesta. Y viendo que las semanas pasaban y no había nada en el buzón de entrada, espació más las visitas. El 29 de diciembre, José le preguntó a su hijo si había entrado recientemente en el correo. «Tiene límite de tiempo con las pantallas, pero hacía días que no comprobábamos si había llegado algo», explica el padre.
Al abrir el correo encontraron en la bandeja de entrada un mensaje que ponía en el asunto: «Botella encontrada». Lucas no se podía creer que su historia tuviese un final feliz. No llegó a la otra punta del Atlántico, sino que las corrientes la condujeron hasta el mar Cantábrico, concretamente hasta Bilbao. En el correo comprobó que una chica del País Vasco había encontrado su mensaje. «Aúpa, Lucas. Hemos encontrado tu botella en Bilbao haciendo kayak en el mar! Las corrientes van al revés, parece. Nos costó mucho sacar la nota de la botella, pero al final lo conseguimos. Estaba perfectamente envuelta y seca! Que tengas un muy feliz año nuevo! Abrazos, aventurero», ponía la carta, que venía acompañada de la botella y el mensaje en la mano. «Le respondimos al correo y nos dijo que le recordaba mucho a un sobrino que tenía», explica Lucas, que optó por una botella de cristal para no contaminar el mar.
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El mensaje tardó casi cuatro meses en llegar a su destino. Esta vez arribó a la costa de Bilbao, donde Minerva la encontró haciendo kayak, pero ahora Lucas quiere más. «Este verano volveré a echar otra botella para ver si algún día llega a América», recalca. Él quiere que su mensaje cruce el océano. Ya da vueltas a cómo lo hará. Lo único que está claro es que volverá a ser desde San Vicente do Mar, donde veranea con su familia. Mientras, dedicará el invierno a pensar en el mensaje que quiere lanzar y a hacer deporte. Juega al balonmano en el Cisne y este año disfruta del Pontevedra en compañía de su abuelo. ¿Quién sabe si en la próxima aventura contará cosas de su ciudad al desconocido que la reciba?