
El joven portero del Lugo fue el mejor de su equipo en La Rosaleda en su séptimo partido en Segunda División
25 oct 2021 . Actualizado a las 20:51 h.Hay futuro en la portería albivermella. Con solo 22 años, Fran Barbosa Vieites (Pontecesures, 1999) empieza a descubrir en el Ángel Carro las virtudes que lo llevaron de adolescente a la cantera del Celta y que le trajeron al Lugo la pasada temporada. Serenidad, seguridad y reflejos balo palos, y humanidad, empatía y cordialidad fuera del césped lo definen.
-Con sus paradas evitó que la derrota en Málaga fuera más abultada. Volvería a casa con una sensación agridulce.
-Aunque yo haya tenido una buena actuación, nunca me voy contento cuando mi equipo pierde. Es verdad que hice algunas buenas paradas, pero mi alegría irá siempre ligada a la de mis compañeros.
-¿Fue el peor partido del Lugo en lo que va de liga?
-Fue una derrota en la que han tenido que ver muchas cosas. El cansancio, las lesiones, el rival... La fatiga, sobre todo, se notó bastante y aún así dimos la cara hasta el final. Eso nos distingue. Somos un equipo muy difícil de batir, nunca nos damos por vencidos e incluso en nuestras peores tardes somos muy duros y competitivos.
-¿Y fue el mejor de Vieites?
-Espero que el mejor esté por venir y que llegue acompañado de una victoria.
-Lleva ya siete partidos como titular. ¿Está satisfecho de cómo le están saliendo las cosas?
-Sí, mucho. Desde que llegué al Lugo estaba esperando por esta oportunidad, aunque no es agradable que haya llegado por la lesión de un compañero. Es normal que al principio tengas errores, fallos de medición, de blocajes o de lo que sea, pero con el tiempo y la experiencia se irán reduciendo.
-Errores propios de un chaval de 22 años que debuta en Segunda División, vaya.
-Eso es. Soy joven y son mis primeros partidos en el fútbol profesional. Estos errores forman parte del proceso de cualquier futbolista.
-¿Siente que cada partido es un examen?
-Cada partido que juego lo veo como una lección de aprendizaje. Incluso en los encuentros en los que menos intervienes, aprendes muchísimo; en la confianza, en la toma de decisiones... Cada partido es una gran oportunidad para mejorar y aprender.
-¿Qué pasará cuando se restablezca Óscar Whalley?
-Pues que será una competencia preciosa. Es un gran compañero, un gran portero, y siempre nos estamos ayudando el uno al otro. También Julen, que estamos los tres en la dinámica. Aunque Óscar es el más experimentado, siempre está dispuesto a escuchar y a enseñarnos. Lo que decida Albés habrá que aceptarlo y, sea lo que sea, seguro que pensará en el bien del equipo.
-Es el benjamín de la plantilla. Seguro que sus compañeros lo miman mucho, y más en estos momentos de tanta responsabilidad.
-Me siento muy arropado por el equipo. Tenemos un vestuario impresionante, te lo dirá cualquier futbolista al que le preguntes. Somos una gran familia. Nos apoyamos todos muchísimo, juegues o no. El año pasado también me sentía muy arropado, y ahora, si cabe, mucho más porque sí es cierto que tengo más responsabilidad. Todos nos cuidamos a todos muy bien.
-¿Quién es su mejor confidente?
-No sabría qué decirte... Todos tenemos muchas cosas en común. Con uno intercambio impresiones de baloncesto, con otro de política, con otro de videojuegos... Cada uno tiene algo de que hablar siempre. Podría nombrar a Iriome, que soy su compañero de habitación, pero también a Sebas Moyano, a Alende... Todos tenemos una relación muy fuerte.
-¿Qué le dijo Albés el día de su bautismo en Segunda?
-Que estuviese tranquilo porque las cosas iban a salir bien.
-Es un técnico que transmite, un gran motivador, ¿no?
-Sí. Es muy pasional, como persona y como entrenador. Es pura energía y sabe transmitirla a sus jugadores.
-Su primer apellido es Barbosa, pero en el nombre deportivo aparece el segundo, Vieites. ¿Puede explicar por qué?
-Por circunstancias de la vida, hace años que no tengo relación con mi familia paterna. Crecí en el entorno familiar de mi madre, con mi abuela, mis tíos y mis primos, y no quería llevar otro apellido en mi camiseta que no fuera el de la gente que me crio y me apoyó siempre.
-Su familia materna es portuguesa. ¿Nunca le animaron a probar suerte en aquel fútbol?
-Mi abuela era portuguesa, pero mi abuelo de aquí, de Pontecesures, y se conocieron en Alemania. La verdad es que nunca me dijeron nada. Yo nací en Pontecesures, me crie allí y a los 15 años ya me fui para la cantera del Celta.
-¿Cuántos años tenía cuando empezó en el fútbol?
-Desde que tengo memoria, siempre recuerdo estar pegado a una pelota. El campo de fútbol estaba a 500 metros de mi casa y ya con tres años subía andando solo, o con mi madre o con mi abuela, para jugar.
-¿Le tiró siempre la portería o, como otros muchos homólogos, empezó jugando de central o de delantero por su estatura?
-Siempre me gustó ser portero, pero empecé de central porque era el más alto. Un día no pudo venir el niño que era portero, no teníamos otro y me tocó a mí. Me dijo el entrenador: ‘venga, Fran, ponte ahí’ (risas). Era un partido de benjamines y desde entonces ahí sigo (más risas).
«Tenía ilusión por triunfar en el Celta, pero salir de allí tampoco fue un trauma»
Con solo 15 años, Fran Vieites ingresó en la cantera del Celta y estuvo algo más un lustro que recuerda que especial cariño.
-«Guardo buenos recuerdos, muy buenos. Allí hice grandes amigos y aprendí muchísimo. Toda su gente me ayudó un montón: sus entrenadores, sus coordinadores, sus psicólogos... Estoy muy agradecido».
-Disputó 15 partidos en Segunda División B con el filial. ¿En algún momento llegó a ver abiertas las puertas del primer equipo?
-Era un sueño para todos los canteranos que estábamos allí. Llegué a ir convocado en varias ocasiones. La primera vez fue muy curiosa. Yo estaba de suplente con el Celta B de Rubén Albés jugando en Barreiro contra el Racing de Ferrol y a continuación jugaba el primer equipo en Balaídos. Al acabar el encuentro me llamaron para que fuera enseguida al estadio porque Rubén Blanco se había lesionado en el calentamiento. Después de esta hubo más convocatorias, tanto en Liga como en Copa del Rey, y entrenamientos, pero nunca se dio la oportunidad de debutar.
-¿Por qué no siguió allí?
-En el momento en que yo salí del Celta estaban Iván Villar, Sergio Álvarez y Rubén Blanco como porteros del primer equipo. En ese momento no había sitio para Fran Vieites y hubo que buscar una alternativa. Claro que tenía ilusión por triunfar en el Celta, pero salir de allí tampoco me supuso un trauma. El fútbol es muy grande y tuve la suerte de venir al Lugo, que es como estar en casa por el ambiente familiar que se respira.
-Una curiosidad. ¿Cuántos tatuajes tiene?
-Algunos tengo, sí... (risas). Los entiendo como una manera de contar historias personales a través del arte. Todos los tatuajes que llevo cuentan alguna historia de mi vida.
-¿Puede desvelar alguna?
-Llevo tatuado el número 34 en homenaje a mi primo David. Su padre falleció el 3 de abril de 1999 y yo nací 34 días después. Mi nombre es Francisco en honor a él y a mi abuelo. Tenemos un vínculo muy fuerte desde siempre y hace unos años decidimos hacernos juntos el mismo tatuaje.
-¿Recuerda cuál fue el primero y cuándo se lo hizo?
-Desde los 15 años lo llevaba pidiendo y me lo hice a los 18. Fue un regalo de la familia. Me tatué un lobo en el antebrazo. La fuerza del lobo reside en la manada y simboliza la unidad familiar que siempre ha habido en mi familia. Juntos somos más fuertes.