Subcampeón de la Copa del Rey el domingo, el vilagarciano se ha integrado por completo en el gigante lituano en su tercer año en Vilna
21 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.La batalla entre gigantes del baloncesto lituano acababa el pasado domingo con el triunfo del Zalguiris Kaunas sobre el Lietuvos Rytas 81-62 en la final de la Copa del Rey. Un resultado engañoso, nos aclara el a la vez testigo directo y coprotagonista arousano en la gran cita a media temporada en uno de los países del planeta que con mayor intesidad viven el deporte de la canasta. Alberto Blanco, ayudante del legendario Rimas Kurtinaitis y director de escouting del club capitalino, participaba desde esa esquina del banquillo en la que se toman decisiones que decantan guerras y dirimen imperios. Con Kurtinaitis apostando por quemar las naves cuando, perdida la ventaja sobre el terreno (33-35 a favor en el descanso), castigadas sus tropas con 27 puntos encajados en un tercer cuarto de enseñoramiento del Zalguiris desde el pick and roll, «apostamos por arriscar nos dous últimos minutos coa desvantaxe estabilizada entre os 8 e 12 puntos, e fallamos todos os tiros rápidos». Y sin embargo, Alberto Blanco no lo duda: «Fixemos o que tiñamos que facer».
La final de la Copa del Rey no acabó para Alberto Blanco con el bocinazo final. «Eu fun dos que animei os xogadores ao rematar o partido, traballei na súa recuperación mental», cuenta. Aplicando una máxima tan inapelable como de difícil asimilación en la tesitura de un subcampeón: «Para perder una final, hay que llegar a ella». Algo que el Lietuvos Rytas logró superando en la prórroga de cuartos al Juventus Utena 91-89 en su cancha, para deshacerse el sábado, ya en la sede de la final en Klaipeda, con suma facilidad del Alytys Dzujika 83-61. Y, no lo olvidemos, resalta el arousano, «o Zalguiris é o equipo revelación da Euroliga», sexto clasificado con las mismas victorias que el Real Madrid, quinto.
El ayudante de Rimas Kurtinaitis llegaba el lunes a Vilagarcía para disfrutar de tres días de descanso. Un permiso que ya había tenido en otoño con motivo, como ahora, de la ventana FIBA para la disputa de los partidos de clasificación de selecciones nacionales para el próximo Mundobásket. Recién aterrizado, Blanco repasaba el desarrollo de la que está siendo su tercera temporada en Vilna. Lo hace con una soltura y confianza que desprenden la satisfacción de quien, ahora sí, se siente plenamente integrado en un club donde una cultura marcada por el clima supone de por sí una barrera incluso superior al gran salto a la élite del baloncesto europeo.
«Os obxectivos do club esta tempada son chegar ao Top-8 da Eurocup -acaba de quedarse a las puertas-, a final da Copa do Rei, e a final da Liga», repasa el presidente del C.B. Vilagarcía. Con un uno de dos, a falta de doce jornadas en la competición nacional regular «imos segundos cun balance de 18-4, polos 19-3 do Zalguiris», con el que tienen el basket average a favor tras ganarles los tres últimos encuentros -en Lituania la Liga regular se juega a cuatro vueltas-. Una trayectoria en la que Blanco tiene parte importante de culpa. No ya por su papel de ayudante de Kurtinaitis, sino por el de director de escouting, cargo en el que se estrenaba esta temporada, y de cuyos frutos está notablemente satisfecho: «Eu fixen o listado de xogadores que vía se adaptarían mellor ao equipo para Linas Kleiza, o vicepresidente deportivo do club, e para Rimas Kurtinaitis, que eran os que tomaban as decisións finais. Temos xogadores máis consistentes, que entenden mellor o baloncesto, xente máis comprometida á hora de prestarse ao traballo extra cá tempada pasada». La insistencia en la contratación del base estadounidense Chris Kramer y birlarle al Zalguiris a Martynas Echodas, pívot de 20 años por el que se han interesado ya varias franquicias NBA, es lo que ha reportado mayores alegrías al vilagarciano en este capítulo.
«Síntome moi estable en Vilna. Ter un contrato de varios anos dáme certa estabilidade sendo consciente do relativo que iso é no baloncesto a este nivel», dice Blanco. Pero no es solo el contrato lo que lo hace sentirse tan cómodo en un club que lo repescaba el pasado verano tras haberlo cortado unos meses antes habiéndole ofrecido en todo caso seguir en él al margen de su primera plantilla. «Antes apenas aparecía nas fotos do club. Agora teño unha exposición pública constante. Antes era un espectro, dedicado só ao traballo. Agora todo o mundo conta comigo. Teño con quen ir comer, xogar ao pádel...». Lietuvos Rytas y Vilna son trabajo, sufrido placer, y ahora también vida en el currículo de Alberto Blanco.
Cara a cara con sus ídolos Djordjevic, Jasikevicius y Aíto
El tercer curso de Alberto Blanco en el Lietuvos Rytas le ha permitido trabajar, pero también enfrentarse en los banquillos con varias leyendas. En el día a día, «encantado, contentísimo» de poder colaborar y aprender de Rimas Kurtinaitis, un técnico que, describe el arousano, «nos partidos é un volcán, e un libro polo seu dominio dos conceptos de ataque; fóra, un tipo gracioso», con el que suele compartir bromas en castellano -Kurtinaitis había sido jugador del Real Madrid-. Y como rivales, Sarunas Jasikevicius (Zalgiris), y en la Eurocup Sasha Djordjevic (Bayer) y Aíto García Reneses (Alba Berlín), «ídolos da miña infancia, que ves que recoñecen o teu labor».