De Lord Sindo al BNG

José Ramón Alonso de la Torre
J.R. Alonso de la torre REDACCIÓN / LA VOZ

VILAGARCÍA DE AROUSA

Último trimestre de 2024 y aún no se ha celebrado el 150 aniversario de la llegada de la Armada inglesa

06 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Gumersindo Rodríguez Eirea fue uno de los grandes personajes vilagarcianos del siglo XX. Mantuve con él discusiones periodísticas, pero también interesantes conversaciones. Rodríguez Eirea era un caballero de maneras suaves y convicciones firmes. Se convirtió en una auténtica fuerza fáctica de la ciudad y en el alma de Fexdega durante muchos años. De sus oficinas salieron constructores, empresarios o alcaldes como Rivera Mallo, marcados para siempre por la impronta de Gumersindo, a quien los vilagarcianos, tan británicos, tan irónicos, apodaron Lord Sindo.

En aquellos tiempos, los conservadores vilagarcianos eran motejados como ingleses y, por encima de todos, Lord Sindo, convertido en legendario factotum british del que partían todas las maniobras y estrategias para conseguir el control de la alcaldía, la Cámara de Comercio, la Federación de Empresarios, Fexdega o la Junta del Puerto. Con el paso del tiempo, la fuerza de Lord Sindo fue diluyéndose. Además, entró en liza Don P, o sea, el abogado Pablo Vioque, que se desmarcó de la derecha tradicional vilagarciana y pugnó por el poder hasta que acabó atrapado por el narcotráfico y la cárcel.

Hoy, todo eso es historia. Tan historia que ya nadie llama ingleses a los conservadores vilagarcianos, sino que el irónico calificativo de británicos se ha hecho transversal. La demostración de esta asunción y normalización de lo inglés en Vilagarcía se hizo patente a mediados del pasado mes de julio, cuando PSOE y BNG firmaron un pacto muy británico de inversiones que incluía celebrar una jornada temática sobre la visita de la Royal Navy, de cuyo primer desembarco y estancia en Vilagarcía se cumplen 150 años en 2024. El problema es que avanza el año, ya hemos entrado en el último trimestre y esa jornada temática, una fiesta cultural, histórica y marítima de mucha importancia y singularidad, no acaba de programarse ni celebrarse.

La Armada Inglesa llegó por primera a la ría de Arousa, en concreto al puerto de Carril, en 1874. Y llegó a Carril porque era el único puerto que había en lo que hoy es Vilagarcía de Arousa. Los muelles de Carril, tal y como actualmente los conocemos, se habían construido entre 1857 y 1866. Así que los primeros barcos de guerra ingleses amarraron en Carril porque hasta 1890 no estuvo operativo el muelle de hierro. Fue entonces cuando los marinos ingleses desembarcaron en Vilagarcía.

La historia nos cuenta que la ría de Arousa tiene una larga tradición de relaciones marítimas y culturales con Britannia desde la Edad del Bronce. Con esta aleación se fabricaban armas. El bronce se obtenía mezclando cobre con un estaño cuyos principales yacimientos estaban en Cornualles. El estaño británico se llevaba hacia el Mediterráneo por tierra o en barcos de cabotaje, que iban de puerto en puerto incluidos los arousanos de Pontecesures, Sálvora y Ons.

El comercio entre el Mediterráneo y las islas Británicas siguió con los romanos y se mantuvo durante la Edad Media y el Renacimiento, cuando, ya en 1512, el puerto de Carril fue uno de los primeros de Galicia en ser habilitado para el comercio exterior, como precisaba en un artículo publicado en La Voz de Galicia, en abril de 2001, el historiador vilagarciano Manu Villaronga, detallando que, a finales del XIX, «en Carril tenían oficinas propias compañías como Pacific Steam Navigation, Royal Mail Steam Packet Company o Mala Real Inglesa. Existía, asimismo, un viceconsulado británico». Carril era escala de las líneas Liverpool-Barcelona, Lisboa-Londres y Liverpool-Pacífico, y contaba con una línea propia, Cardiff-Carril, a través de la que se abastecía de carbón a la fundición de Alemparte y al primer ferrocarril de Galicia (Santiago-Carril): The West Galicia Railway Company.

El Duque de Edimburgo visitó Carril en 1882 y hasta la Guerra Civil, el comercio Vilagarcía-Inglaterra suponía el 95% de las exportaciones de nuestro puerto. Luis Viqueira, nacido en Carril en 1919, químico, astrónomo y decano de los patrones de yate de Galicia, me contaba que el cónsul británico en Vilagarcía le pidió a su padre, Eduardo Viqueira, un croquis para levantar la puerta del British Cemetery de Vilagarcía. Y ahí está la puerta: diseño de Carril para honrar a los muertos británicos.

Después están las anécdotas populares: las famosas timbas en el Club de Regatas, cuyas fiestas sociales anglo-vilagarcianas eran lo más; el estilo arquitectónico inglés de la Praza da Pescadería; el color rojo inglés que en los 90 se extendió por el mobiliario urbano del Castriño y las plazas de España y Ravella; las jarras y teteras de Bristol o Copeland, los perros y figuras de Stafford, las fuentes y juegos de lavabo ingleses y la «pottery» de Westburn, Wedwood, Milton y Wercester en Establecimientos El Hogar desde 1942; el whisky y la ginebra que ya se servían en las tabernas vilagarcianas cuando Eduardo Viqueira entró en el famoso café Lion D'Or de la calle de Alcalá de Madrid, uno de los favoritos de Valle-Inclán, pidió un whisky y nadie sabía qué era eso.

La Vilagarcía British no es una ocurrencia de abuelo cebolleta pirado, sino una página de la historia de esta ciudad, que empezó a cambiar cuando cada año, entre 1874 y 1936, 10.000 marinos ingleses desembarcaban en sus muelles, revolucionaban Vilagarcía y marcaban un futuro donde caben Lord Sindo y el BNG.