El colegio de O Carril cumple 50 años entre desprendimientos, humedades y fugas de calor

VILAGARCÍA DE AROUSA

La carpintería metálica con la que el edificio nació en la década de los 70 provoca una acusada deficiencia energética
19 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.La primera escuela que abrió sus puertas en O Carril lo hizo en el siglo XIX, impulsada y sufragada por la fundación que el consignatario Andrés Fernández García constituyó como legado para el pueblo en el que nació y del que llegó a ser alcalde. Aquel servicio echó el cierre en 1902. El colegio actual, fruto ya del sistema educativo público, es mucho más reciente —fue levantado en 1975— lo que no quiere decir que el paso del tiempo y el desgaste no hayan hecho mella en él. Todo lo contrario. Bautizado como Rosalía de Castro, el centro plurilingüe cumple este curso medio siglo en pie con toda una colección de desperfectos y necesidades pendientes de corrección.
Hace diez años, la Consellería de Educación inició la sustitución de su cubierta, tan deteriorada que las filtraciones provocaban la caída de los falsos techos en el interior de las aulas. Aquel proceso comenzó con una inversión de 173.000 euros y mejoró las cosas, pero las humedades vuelven a campar hoy a sus anchas, en ocasiones desencadenadas no tanto por una cuestión estructural como por el atasco de unas canalizaciones que piden un mejor mantenimiento. Las dependencias en las que el personal de limpieza lava y guarda su material de trabajo ofrece un ejemplo claro, gracias al insalubre cerco negro que mancha la pared, acompañando el recorrido de la recogida de aguas.
Con todo, si hay una asignatura pendiente que verdaderamente merezca tal nombre es la carpintería metálica, que en cincuenta años no ha sido sustituida por un material adecuado a los estándares de eficiencia energética en vigor. No hay ventana ni puerta que sean capaces de ofrecer un aislamiento adecuado ni de evitar, no ya las corrientes de aire, sino la acusada fuga del calor que proporciona la calefacción. Un gasto que, en semejantes condiciones, está disparado.
Aunque el colegio dispone de varios patios cubiertos, el deficiente sistema de recogida y evacuación de aguas es incapaz de protegerlos verdaderamente de la lluvia, con lo que difícilmente pueden cumplir su función como es debido. Enderezar esta carencia exigiría una inversión del orden de los cuarenta mil euros, que evidentemente se van muy por encima de la capacidad económica del centro público. Para colmo de males, las filtraciones causan que las baldosas y azulejos se desprendan de las paredes en varios tramos, mientras que los 21 inodoros al servicio de los alumnos van siendo sustituidos muy poco a poco. El conserje, aseguran, es un auténtico manitas, pero no puede con todo.
En resumidas cuentas, problemas estructurales y de conservación en los que las competencias de la Xunta se entremezclan con las del Concello de Vilagarcía y merecerían una atenta revisión. A la altura de un 50 aniversario.