Jorge Santos, Alén Metal Fest: «Los macrofestivales se comen todo el pastel»

VILAGARCÍA DE AROUSA

A pulso, por puro amor a la tralla, la cita de Vilagarcía se erige como la referencia del género en las Rías Baixas
08 sep 2025 . Actualizado a las 21:28 h.Aunque Vilagarcía nunca ha sido terreno fértil para las propuestas musicales más afiladas, la capital arousana contó en los años 90 con una banda poderosa, que trató de romper los techos de piedra que siempre se han levantado sobre el metal. Cacatonia reunió a cuatro chavales, Manuel, Luis, Jorge y Sebas, en torno al death metal. Diversas razones impidieron que el proyecto fructificase como merecía, así que la semilla no tuvo más remedio que echarse a dormir a la espera de tiempos mejores. «Yo mismo trabajé en su día para Toño [Caneda] en el Festival do Norte, también en Revenidas, pero metal, lo que se dice metal, aquí nunca recibió atención. Tocas, te gusta y un buen día te reúnes con un grupo de amigos y compañeros y decides intentar traer algún grupo y organizar un concierto». Esta es la idea de la que surge Alén Metal Fest, el principal festival del género que sobrevive en la provincia de Pontevedra, una vez que la gente del Kanekas ha tirado la toalla en Cangas y a la espera de lo que el Areabesta, surgido este mismo verano en Cerdedo-Cotobade, pueda dar de sí.
Quien habla es Jorge Santos (Vilagarcía, 1971), uno de los cinco miembros de la asociación Aíndanonvaidesta —además de él mismo, Merchi, Loaira, Molina y Luis—, la responsable de esta modesta pero enorme locura metálica que cada verano, desde hace cinco ediciones, se desata en el parque de A Xunqueira, a orillas del río de O Con. Sobre el escenario en el que también se desarrollan los conciertos de las fiestas de San Roque. A uno se le queda el cuerpo de vicio al reparar en que una leyenda del thrash metal europeo como Artillery pisó este año las mismas tablas que David Bustamante recorrería con lo suyo un mes más tarde.
A Jorge mucha gente lo conoce en Arousa por su profundo compromiso con la música y el baile tradicionales. «Como sabes, yo empecé en Catatonia, y mi rollo es el rock [risas], pero siempre me encantó la música tradicional y la gaita como instrumento, así que a través de un compañero comencé a tocar la gaita y creo que me impliqué demasiado [más risas], bailando, tocando, cantando, y al final como presidente de Nós de Sobradelo». A lo largo de quince años, nuestro hombre podrá haberles dado clase a medio millar de chavales de todo O Salnés. De hecho, a excepción de Luis, el resto de miembros de Aíndanonvaidesta son «folklóricos de pura cepa [más risas todavía]». Pero lo que anida en ese pecho es, en realidad, el sonido implacable de seis cuerdas, o siete, según la guitarra, bien pulsadas y mejor distorsionadas.
En el Alén —que nada tiene que ver con el legendario festival que tomó A Illa de Arousa en los 90, por cierto— las cosas están muy claras. «Nuestra idea fue ir de menos a más, siempre con mucha contención en lo económico, porque nuestra intención no es crecer de forma desmesurada ni tirar de recursos públicos. No queremos vivir de esto. No lo critico, ¿eh? Hay muchas maneras de ver todo esto y todas son legítimas. Simplemente, esa no es nuestra ideología», sostiene Jorge con firmeza. El apoyo público se limita a los seis mil euros que pone en juego el Concello de Vilagarcía, a los que el año pasado se sumaron 2.400 euros de la Diputación de Pontevedra. Tanta claridad en los números puede resultar sorprendente, pero es marca irrenunciable de la casa: «Ninguno recibimos un can, lo comido por lo servido, y las cuentas son transparentes. El coste de este año fueron treinta mil euros, y más allá de esas ayudas públicas, el resto hay que buscarlo» entre patrocinadores y varios establecimientos que colaboran para mantener el festival arriba.
Importante, teniendo en cuenta que el metal sigue recorriendo las venas del circuito underground; salas en las que se realizan eventos y bolos [Flotsam & Jetsam, la banda de la que surgió Jason Newsted, bajista de Metallica durante largos años, acaba de tocar en la Rebullón] y no siempre reciben la atención que se ganan a pulso. «Los macrofestivales, por ejemplo, están absorbiendo demasiada energía, la gente vuelca sus esfuerzos en acudir a esos carteles descomunales y lo están reventando todo. Se están comiendo todo el pastel». Porque, hablando de retornos, el Alén tira de empresas de aquí a la hora de contratar pantallas, backline, estructuras de luz, seguros o seguridad —«el pórtico de la entrada nos lo cedió Mr. Misto, muy agradecidos»— y paga un buen caché mínimo a las bandas locales que nunca faltan en el cartel, junto a guiños a la potente escena de Portugal. Gente currando, cobrando religiosamente un par de días. «Y musicazos en el metal que pueden dirigir óperas». Si eso no es retorno, que baje Odín y lo vea.

Némesis. Jorge trabaja en su propio proyecto musical, Némesis, junto a Luis Martínez, tratando de reponerse de la devastadora pérdida de su bajista, Manuel González, fallecido en plena pandemia