El joven piloto ribeirense tiene claro que para llegar a la cima hay que trabajar duro, pero no se amilana
12 mar 2017 . Actualizado a las 11:03 h.A los profanos en la materia el nombre de Ryan Dungey les sonará a chino, pero quien conozca el mundillo de los deportes de motor sabrá lo que dice Toño Sampedro, un jovencísimo piloto ribeirense, cuando explica que le gustaría ser como él. Ryan Dungey es tricampeón del AMA Supercross americano y bicampeón del mundo de supercrós de 450, y el ídolo de Sampedro, que con apenas 12 años apunta buenas maneras para seguir la estela del estadounidense. Ese es su objetivo y los primeros pasos ya los ha dado. No en vano, a estas alturas de su vida ostenta ya un título nacional, el que ganó el año pasado en la modalidad de equipos. Y no piensa quedarse ahí.
Siendo tan joven, podría pensarse que lo suyo fue llegar y besar el santo, pero nada más lejos de la realidad. Lleva encima de una moto prácticamente desde que tiene uso de razón, y con apenas 6 años decidió que lo suyo era el motocrós. Tuvo ayuda, claro, puesto que su padre, Alberto Sampedro, es un gran aficionado de este deporte y también lo practica. Un día, fue con él al circuito a ver una prueba del campeonato gallego y lo tuvo claro. ¿Qué fue lo que más le impactó? «Os saltos, iso é o que máis me gustou, é o máis espectacular».
Tal fue el impacto que en ese preciso instante comenzó una prometedora carrera deportiva que, después de alcanzar el campeonato de España por equipos el año pasado, avanza con paso firme hacia su consolidación. De hecho, los objetivos que se marca Toño Sampedro para esta temporada no son menores. Evidentemente, este año le gustaría volver a conquistar el título nacional con su equipo, aunque es consciente de que el camino no es liso y llano: «Acadar o Campionato de España de motocrós non é fácil, hai que traballar e que adestrar moito».
Los fines de semana
Sabe bien de lo que habla ya que el tiempo libre que le dejan sus estudios lo emplea en prepararse para las competiciones deportivas: «Adestro co meu pai porque o meu equipo é de Madrid. Imos todas as fins de semana, e durante a semana tamén intentamos saír coa moto algún día». Si hay alguna jornada no lectiva, Toño aprovecha unas horas para cambiar los libros por la moto.
Pese al esfuerzo que eso supone, Sampedro no se amilana y sigue trabajando duro. De hecho, este fin de semana está compitiendo en Madrid, de donde es el equipo al que pertenece, en una prueba del campeonato madrileño. Esta temporada, su escudería quiere que participe en todas las carreras del circuito de la capital del Estado porque tiene posibilidades de hacer un buen papel. De momento, las sensaciones son buenas, ocupa la tercera plaza en la clasificación y el objetivo es mantenerse en el podio al final del torneo.
Explica su padre que el hecho de competir en Madrid supone un sobreesfuerzo, pero añade que es necesario para aspirar a más: «En Galicia hai poucos rapaces que practiquen este deporte e para competir a un maior nivel ter que saír fóra». Y eso supone más problemas y más gastos: «Hai que percorrer moitos quilómetros. O Campionato de España consta de cinco probas e todas se disputan a mil quilómetros de aquí».
Más competiciones
Toño Sampedro también tiene previsto participar en la competición autonómica, que arrancará el próximo 16 de abril, y en el torneo nacional, que comenzará a finales de este mes y en el que espera completar un buen papel a nivel individual: «Intentarei quedar entre os 15 e 20 mellores de España».
Y eso lo dice un chico de 12 años que maneja por terrenos irregulares una moto que pesa alrededor de 70 kilos, bastante más que él mismo. Aunque esa no es la mayor complicación que tiene practicar motocrós, según explica el propio Toño, quien pese a su juventud habla de lo que hace como un auténtico profesional con años de experiencia a sus espaldas: «O máis difícil é a condución, levar un bo ritmo, con velocidade, e facer un bo pase nas curvas».
Con estos mimbres no resulta descabellado pensar que Toño Sampedro acabará convirtiéndose en profesional y, con el espíritu competitivo que ya tiene a pesar de su edad, alcanzando un título mundial como los que acumula su ídolo.