Once años sin Arthur Lee, cantante de Love

Gonzalo Trasbach
Gonzalo Trasbach (IN)SOMNIUM

BARBANZA

15 ago 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado día 3 se cumplió el undécimo aniversario del fallecimiento de Arthur Lee. Nacido el 7 de marzo de 1945 en Memphis (EE. UU.), una leucemia tumbó definitivamente a uno de los fundadores del grupo californiano Love. La leyenda relata que la banda llegó a situarse en el altar mayor del rock de la Costa Oeste gracias a la inquebrantable devoción de sus fans británicos, la cual permitió que la agrupación, o lo que quedaba de ella, recibiera a principios de este siglo un reconocimiento general y pudiera tocar íntegramente el glorioso Forever changes en conciertos y festivales.

Pero Lee nunca fue realmente reconocido. Resultó un cantante y compositor maldito. De hecho, ha sido casi siempre señalado como el principal artífice de que la historia de Love acabase en una suerte de frustración. En este sentido, pueden ser ilustrativas las memorias de uno de sus baterías, Michael Suart-Ware (Entre bastidores. Metropolitan). Acusado de romperlo casi todo, desde la formación clásica con Bryan MacLean y el reparto de la pasta, hasta la posibilidad de desarrollar una trayectoria estable y continuada. Se ha llegado a decir que lo sacrificó todo para complacer un narcisismo monstruoso. Sin embargo, al mando de Love ha grabado canciones de una muy rara belleza, joyas de una exquisita orfebrería, aderezadas con esquirlas de furia guitarrera, luminosas visiones epocales, sombríos pensamientos intransferibles. 

Antes de que el 3 de agosto del 2006 una feroz leucemia truncase su vida, Arthur Lee, que pasó por este mundo con más sombras que luces, pero como un torbellino, nos dejó como legado una eterna página musical y un triste y amargo paso por España. En el 2004 vino a tocar al festival de Benicassim (Castellón), justo un día después de la muerte de su amigo Rick James, uno de los padres del funk, y chico problemático como Lee (les unían unas cuantas visitas a la cárcel y denuncias varias).

Cuando se enteró del óbito, Lee se encharcó en whiskis. Salió al escenario tambaleándose y cuando intentaba agarrar el micrófono solo fue capaz de balbucear cosas sin sentido. No cantó ni una sola canción y solo se escucharon abucheos. Un icono, un genio capaz de componer Forever changes, destrozaba su dignidad delante de una gente que no lo entendía.