A codazos en el pico Muralla

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla BARRIO DEL PIGNETO

BARBANZA

MARCOS CREO

14 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La rama de la psicología que estudia las decisiones nos explica no solo cómo somos, sino por qué actuamos como lo hacemos. Aunque pueda parecernos absurdo, para nuestro cerebro ha pasado tan poco tiempo desde que vivíamos en cuevas hasta que lo hicimos en rascacielos, que sigue programado como si tuviéramos que subir al monte de A Curota para cazar la comida del día.

Nuestro cerebro tiene comportamientos prefijados. Uno de ellos se puede definir con el refrán de «¿A dónde vas Vicente? A donde va la gente». Aunque se tienda a denigrar a la persona que sigue el rebaño, estamos programados para hacerlo. Nuestro cerebro lo aprendió hace miles de años. En la prehistoria, comprendió que, en un mundo dominado por los grandes mamíferos, la clave de la supervivencia del homo sapiens estaba en la manada. Vivir solo era la opción menos aconsejable si querías mantenerte vivo. Estar unidos fue lo que nos permitió más tarde dominarlo todo.

Mucho tiempo ha pasado desde que los seres humanos vivían ataviados de taparrabos, lanzas y flechas. A día de hoy no necesitamos de la misma manera el apoyo de la tribu, pero sí seguimos gobernados por los impulsos de nuestro cerebro. El decide primero y después somos nosotros, con nuestro raciocinio, los que intentamos justificar nuestros actos.

El otro día pensaba en todo esto cuando veía imágenes del pico Muralla y de las decenas de personas que hacían cola para sacarse una foto en el mirador. Pensé en lo absurdo que me parecía. Pero recordé que estamos hechos para integrarnos en la manada. Aunque sea a codazos.