Las buenas ventas de Difuntos permiten a las floristerías capear el temporal

Carlos Portolés
Carlos Portolés RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

CARMELA QUEIJEIRO

La semana previa al 1 de noviembre puede suponer hasta un tercio de las ventas anuales de estos negocios

28 oct 2022 . Actualizado a las 20:22 h.

El 1 de noviembre es el día del año con más volumen de ventas para las floristerías. Miles de barbanzanos acudirán a los cementerios para rendir homenaje a sus difuntos con ocasión del Día de Todos los Santos, y muchos de ellos querrán llevar flores para decorar las tumbas. Los negocios de Barbanza ya se han puesto manos a la obra. Decenas de puntos de venta de ramos y centros florales llevan semanas recibiendo encargos y trabajando a contrarreloj.

Aproximadamente un tercio de las ventas anuales del sector se concentra en estas jornadas. Por eso, es fundamental tenerlo todo a punto y ser capaces de operar bajo presión. Responder con eficacia a un ascenso exponencial del número de pedidos no es sencillo. Y menos en los tiempos que corren, en los que son tantas las barreras externas. Subida de precios, crisis económica...

Lo normal sería pensar que el mundo de las flores, como todos los demás, está en recesión. Pero algunas personas que viven de esto no están de acuerdo en absoluto. Al menos, no en la última semana de octubre. Al parecer, la gente se priva de muchas cosas, pero no de las flores para honrar la memoria de los que ya no están, especialmente en las localidades y parroquias pequeñas.

Así lo explica Isabel Riveiro, trabajadora de Flores Maribel, en Carnota: «Aquí no estamos notando descenso de ventas en absoluto. La gente no se está privando de nada. En las aldeas se le da mucha importancia a este día. Recibimos pedidos desde hace más de una semana».

A pesar de que, para algunos, el volumen de ventas no haya disminuido apenas, eso no quiere decir que el sector esté exento de sufrir los últimos latigazos de la recesión. Incluso vendiendo lo mismo, los márgenes de beneficios son cada vez más estrechos. «El precio de la flor al por mayor ha subido mucho. También el del cultivo y el del transporte. Y por supuesto el material no floral. Las macetas de cerámica cuestan casi el doble este año. Todo esto ha hecho que el coste de los salarios también se haya disparado. Y luego está el precio de la energía, que nos afecta como a todo el mundo», cuenta Belén, dueña de la floristería Alecrín de Boiro.

Un millar de centros

Pero hay que adaptarse incluso a los climas más inciertos. Y, para hacer esto, cada maestrillo tiene su librillo. Por ejemplo, en Alecrín hace años que ya no trabajan por encargo. Prefieren anticiparse. Cuando comienza a aproximarse la campaña hacen cerca de mil centros florales. Puede sonar exagerado, pero aseguran que normalmente los acaban vendiendo casi todos.

Otra cosa que no cambia demasiado con el paso del tiempo son las flores favoritas de la gente. Los nombres que repiten las floristerías, con alguna variación, suelen ser los mismos: rosas y crisantemos.

Puede que sea porque todo el mundo está deseoso de volver a la normalidad —o al menos de volver a sentirse normales—, pero los negocios están notando cierta impaciencia en los clientes. «Es uno de los años que más adelantada está llegando la gente para hacer sus pedidos. Hemos recibido más de 200 con casi una semana de antelación», apunta Araceli Fernández, de la floristería Aguiño. Además, añade que la mayoría se lleva más de una pieza. Sitúa la media en, al menos, dos por persona.

Pero también los hay del otro extremo. Los rezagados que acuden a por sus ramos y centros en el último momento. Por eso, algunos negocios han optado por establecer una fecha límite.

En cuanto al perfil del cliente habitual, los floristas señalan que el grupo de edad más frecuente está entre los 50 y los 70. Aunque eso no quiere decir que no se acerque también gente joven. Para alegrar, aunque sea un poco, el gris ceniciento de los cementerios, nada mejor que un tupido ramo de crisantemos.