«Hace unos días se cumplieron siete años de mi primer artículo en La Voz de Galicia. Aquí tengo la sensación de estar haciendo justo lo que quiero hacer»
11 ene 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Hace unos días se cumplieron siete años de mi primer artículo en La Voz de Galicia. Durante la mayor parte de este tiempo utilicé las herramientas disponibles —los likes— para saber si un artículo tenía más visitas que otro y para plantearme por qué. Ya no lo hago. No porque quiera aparentar que no me importa, sino por todo lo contrario. La aprobación de los demás es una descarga de dopamina suculenta, pero trae consigo un condicionamiento: «¿Qué escribo para que interese, para tener visitas?».
No creo que haya que mercantilizarlo todo, no creo en la rentabilidad obsesiva de las redes sociales. Es una mentalidad con la que acaba siendo inevitable odiar lo que amas del proceso creativo. No siempre conviene hacer negocio con las cicatrices. Quizá sea mejor así, olvidando el juego de los espejos. Quizá bailemos mejor cuando nadie mira, porque es como siempre quisimos bailar.
No escribo para mejorar mi régimen de visitas. Odio los regímenes, en la charcutería me conocen por mi nombre. No me cuesta elegir un tema para escribir porque no me inquieta ya el qué dirán. Me encantaría agradar a todos, pero lo he leído en hombros de gigantes; Cervantes, Lope, Camus: el deseo de gustar mata el impulso de escribir.
Aquí tengo la sensación de estar haciendo justo lo que quiero hacer. Aquí he vivido, he sentido, he llorado. Aquí confundí la luz del final del túnel con una nevera que quedó abierta. Aquí nada me duele demasiado pero todo me duele un poco. Es curioso, aquí, preso en este papel desde hace siete años y la tinta aún me sabe a libertad.