La huella inolvidable de la II Guerra Mundial en la comarca: tres barbanzanos reclutados, dos de ellos muertos en combate

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

BARBANZA

El investigador forma arte de la Asociación GRH Big Red One Manuel Otero.
El investigador forma arte de la Asociación GRH Big Red One Manuel Otero. XOAN A. SOLER

Una investigación liderada por el profesor de la USC, Javier Fernández, ha arrojado luz sobre las vidas de estos hombres

10 dic 2023 . Actualizado a las 10:12 h.

Los informes y documentos militares de las guerras suelen ser todos más o menos parecidos. Hablan de los datos del soldado en cuestión y, si ya ha pasado a mejor vida, del lugar y el día en el que el cielo reclamó su presencia. Ojear estos papeles en el caso de la II Guerra Mundial puede resultar algo lejano para los españoles, pero si uno se fija bien, quizás empiece a encontrar apellidos que le resultan extrañamente familiares.

En los colegios los niños aprenden los horrores de este terrible conflicto bélico, pero pocos saben que en él llegaron a participar hasta 345 gallegos, tres de ellos, del área de influencia de esta edición.

Así lo concluye la investigación que está llevando a cabo el profesor de la Universidade de Santiago, Javier Fernández Castroagudín, en colaboración con Óscar Galansky López, Jesús González Beade y Rubén Travieso Díaz, de la Asociación GRH Big Red One Manuel Otero.

El líder del equipo cuenta que al principio se creía que el del outiense que da nombre a la entidad se trataba de un fenómeno raro, pero por el contrario, buscando, se dieron cuenta de que había muchos otros como él: «Hai casos como o de Manuel Otero, que sae en libros de autores norteamericanos que nos din que salvou a vida dun home». Esto hizo que él y sus compañeros de aventura se preguntasen cuántos jóvenes nacidos por estos lares llegaron a participar en la guerra.

Americanizados

Uno de ellos fue Paul Sampedro, un ribeirense al que el estallido del conflicto le pilló con 28 años. Pablo, que tras emigrar en 1929 a los Estados Unidos decidió americanizar su nombre, hizo el servicio militar junto a otros 16 millones de varones después de que en el año 40 se decretase que todos los hombres debían servir al país en aquellos tiempos de emergencia.

El barbanzano, natural de Carreira, fue destinado a la isla de Oahu, donde formaba parte del regimiento de artillería de costa. Allí presenció, no se sabe bien si desde el cuartel o no, pues era domingo, el ataque a Pearl Harbor perpetrado por los japoneses el 7 de diciembre del 41: «Non foi combater directamente, pero o seu cuartel e o campo de aviación que estaba ao lado foron atacados».

Se sabe que salió ileso de la contienda y que durante los días posteriores vivió jornadas estresantes en las que la población de las islas hawaianas no sabía si lo siguiente sería una invasión por tierra. Cuenta Fernández que fue durante una de sus estancias en España cuando los franquistas dieron el golpe de Estado, lo que provocó que huyera de vuelta al país americano vía Portugal: «Algúns fuxían da Guerra Civil e ese podería considerarse o caso de Sampedro». Aunque han pasado más de 70 años desde aquella época, aún hay gente que echa de menos a familiares cercanos fallecidos en la II Guerra Mundial, ese es el caso de la hermana de Manuel Cambeiro, un muradano al que la mala fortuna le llevó a dejarse la vida en el campo de batalla con tan solo 21 años.

Su historia empezó como la de muchos otros, emigrando a Nueva York el 18 de julio de 1936, justo el día que aquí empezaba el infierno de la Guerra Civil. No fue hasta el año 1943 cuando empuñó por primera vez un arma y el destino lo llevó a combatir en una división de infantería en Italia. Su final llegó después de haberse librado la batalla de Montecassino —especialmente recordada por su dureza debido a las bajas temperaturas de aquel año en las costas mediterráneas— por culpa de una congelación que había sufrido en una pierna. Lo que marcó el final de sus días fueron varias heridas de metralla que nunca llegaron a sanar y cuya gravedad le hizo perder la vida en la camilla de un hospital semanas después.

Aunque la investigación liderada por el también médico del CHUS se centra en migrantes, mirando entre papeles se encontraron con el caso de Freddie Camano (Caamaño), un joven de segunda generación que falleció en Normandía cuando el camión en el que iba pisó una mina.