Artesana en invierno y trabajadora de la hostelería en verano: «La gente me pregunta por mis joyas en el restaurante»

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

BARBANZA

La artista acudió este fin de semana en una feria de productos elaborados a mano en A Coruña.
La artista acudió este fin de semana en una feria de productos elaborados a mano en A Coruña. CEDIDA

La creadora hace abalorios con conchas recogidas de varias playas del municipio de Muros

11 abr 2024 . Actualizado a las 09:42 h.

Con el paso de los años todo el mundo busca algo que le haga feliz más allá del trabajo o la familia. Fuera de las oficinas, los negocios o las paredes de una empresa hay un montón de vida esperando. Montes, senderos por la naturaleza y playas aguardan pacientemente la llegada de los curiosos, que siempre tienen algo con que entretenerse allí.

Unos van porque quieren relajarse, otros para hacer deporte, y otros, como es el caso de la vecina de Muros Almudena Garrido, acuden en busca de materia prima para su pasatiempos favorito: la artesanía. En su caso, sus paseos por la orilla del mar le sirven para recoger conchas con las que después dar vida a hermosos abalorios, entre los que destacan pendientes, collares y pulseras.

No hay mejor manera de lucir un producto que llevarlo encima, por eso la artesana aprovecha los meses de verano, en los que trabaja en un local hostelero de Muros, para que los turistas les echen un ojo: «La gente me pregunta por mis joyas en el restaurante».

Si bien la playa es sinónimo de buen tiempo y vacaciones, para la artesana los meses de mayor trabajo creativo son los del invierno, cuando la marea arrastra a los arenales todo tipo animales marinos sin vida de los que me se puede aprovechar la coraza: «Utilizo berberechos, mejillones... un poco de todo».

Después de ser recogidos, estos pasan por un largo proceso de limpieza para desincrustar el salitre en el que la creadora no utiliza productos químicos, sino agua hirviendo. Para darles lustro, Garrido aplica sobre algunas conchas —las más gastadas— una fina capa de esmalte transparente para que brillen más. Para el siguiente paso, la barbanzana de adopción tiene que afinar bien la vista, pues le toca separar por tamaños estas curiosas armaduras, sobre todo si con ellas quiere hacer pendientes que tengan una buena salida comercial: «A la gente no le suelen gustar si son muy diferentes, así que tengo que mirar bien que se parezcan o reservar las que ya vengan unidas».

Autodidacta

A continuación, con un pequeño taladro en mano, va haciendo agujeros en los que meter las anillas de acero inoxidable. Si bien parece que un proceso como este podría ser sencillo, lo cierto es que la maestría de la artesana bebe de cientos de horas de prácticas. Su mejor escuela no ha sido ningún taller, sino la destreza del que aprende a base de errar y volver a intentarlo: «Soy 100 % autodidacta, como mucho puedo mirar alguna cosilla en internet, pero todo lo hice probando maneras y materiales diferentes».

Igual que su negocio, que se fraguó en la belleza de las playas muradanas, el nombre de su marca es todo un homenaje a la gente de Esteiro, lugar en el que se ha sentido acogida desde el minuto en el que puso un pie. Admite que Esteiro con Xeito no sería nada sin los comentarios de los vecinos, que siempre la animaron a seguir adelante con el proyecto.

Cuatro años después de echar a andar con esta aventura, la artesana admite que ha llegado un punto en el que se está profesionalizando. Bien sea a través de las redes sociales o en las ferias en las que participa, la creadora va obteniendo cada vez un mayor volumen de pedidos de gente que busca hacer un regalo original.

Justamente eso, saber darle un toque diferente a cada pieza, es lo que diferencia sus creaciones, ya que cada una de las conchas que Garrido utiliza «le pide» hacer una forma distinta: «Aunque quisiera no podría hacerlas iguales». Sea como fuere, los arenales de Esteiro siguen esperando pacientes cada día a la artista, que nunca falta a su cita.