En este momento de la humanidad donde, en teoría, gracias a los grandes avances de la ciencia y la tecnología, las perspectivas para el futuro de nuestra especie debieran ser muy halagüeñas; a poco que percibas y observes con objetividad y que seas capaz de ordenarlo con la coherencia que se le supone a un vertebrado, mamífero, del orden de los primates, familia de los homínidos, género homo y de la especie sapiens, el pesimismo tiene que invadirte a narices.
En la prensa se festejaba un «acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás». Así nos la cuelan hasta la rabadilla. Para llorar y no parar hasta el día del juicio final. Quince meses después de un más que sospechoso ataque terrorista de Hamás (muy oportuno para el acorralado primer ministro Netanyahu) y que el gobierno israelí, dominado por ultras y ortodoxos, iniciara una ofensiva contra el mundo árabe donde asesinó a 47.000 personas e hirió a 110.000 (por 398 bajas del ejército hebreo), nos dicen un alto el fuego, ¡con dos bemoles y más cara que un saco de sellos!
Pero lo mejor del asunto es que a quien se le adjudica este logro ¡Al inefable Donal Trump, con su muñidor Elon Musk! Que ya gana batallas antes de ser nombrado a golpe de amenaza made in USA: «Si no están de vuelta (los rehenes) para cuando asuma el cargo, estallará el infierno en Oriente Medio, y no será bueno para Hamás». Otra jugada de quién mueve los hilos de X para que personas de todo el mundo piensen que necesitamos más dictadores anaranjados que resuelvan. Lo siguiente será Ucrania, ya lo verán. Zelenski tendrá que ceder. Europa ni contará.