El joyero que triunfó en las canchas de baloncesto

Francisco Brea
Fran Brea RIBEIRA / LA VOZ

BARBANZA

Nino sigue ejercitándose en su casa y también sale a caminar con sus muletas.
Nino sigue ejercitándose en su casa y también sale a caminar con sus muletas. CARMELA QUEIJEIRO

El muradano destacó a nivel nacional e internacional como jugador de la modalidad en silla de ruedas

19 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

La vida de Adelino Fernández Tajes (Muros, 1956), popularmente conocido como Nino, cambió a los 7 años, cuando un desafortunado accidente terminó con la amputación de su pierna derecha. «Eu son de Serres e había unha fonte, destas que hai nas aldeas, que tiña enriba unha pedra grande na que poñía o ano na que se fixo. Esa pedra caeume no pé. Se fora hoxe, case seguro que só perdería o pé», señala el muradano. Estudió el bachillerato en Noia y recuerda que, al finalizarlo, su madre pretendía que trabajase en la banca: «Eu non quería. Tiñamos unha tenda típica de aldea onde se vende un pouco de todo e viñan os do banco a cobrar as letras e eu non quería ir cobrarlle á xente».

Buscando qué podría hacer su hijo, la madre de Nino encontró un curso de joyería que se impartía en Ferrol. «Presentámonos unha ducia e entramos tres. Era unha formación de dous anos e ao ano e medio xa me levaron para unha empresa de Bergondo. Con 19 anos xa estaba asegurado», explica. En esa firma de joyería comenzó su carrera profesional y en ella terminó, ya que allí estuvo hasta su jubilación. También propició sus inicios en el mundo del deporte: «O xefe fixo unha fábrica de máis de cinco mil metros cadrados e contratou xente con discapacidade. Meteu habitacións e comiamos e durmiamos alí, polo que o equipo practicamente saíu de alí».

Ese fue el origen de Os Trasnos, un club de baloncesto en silla de ruedas que también participaba en otras disciplinas, como atletismo. El equipo se estableció en Betanzos y estuvo unos cinco años mostrando su nivel en Galicia, siendo campeón de liga y de copa. En ese momento, «ocorréusenos facer un conxunto forte, collendo aos mellores dos outros equipos para competir a nivel nacional». Así llegó la fusión con el Nós Culleredo y llamaron a un entrenador que había cursado INEF, Daniel Rioboo.

Pusieron rumbo a Madrid para disputar la fase de ascenso y ganaron todos los partidos, subiendo directamente a la división de honor. «O cambio foi impresionante. Pasamos de durmir no autobús a hoteis de tres e catro estrelas, porque nesa xa entraba a ONCE e había máis cartos. Ademais contabamos co apoio do Concello de Culleredo e da Deputación», recuerda.

Nino resalta el potencial del conjunto: «Eramos moi fortes na casa. As cadeiras andaban soas».El muradano destacaba y torneos a los que iban, incluso internacionales, los ganaban: «Eu era o máximo anotador e acababa sendo o mellor xogador». Hasta venció en un concurso de triples en Valladolid, porque aunque jugaba de pívot tenía buena muñeca.

En el año 1994 fue con la selección española al mundial de Canadá. Asegura que fue «unha experiencia fabulosa», a pesar de enfadarse con el entrenador a las primeras de cambio: «Xogamos contra Arxentina e eran moi brutos, ían moito ao choque. Danáronme a cadeira, que era nova e estaba adaptada para min, e díxenlle ao adestrador que chamara ao de mantemento, que a organización nos puxera un rapaz, e nada. Xoguei todo o campionato con medo». Estuvo 22 días en el torneo y hasta firmaban autógrafos. «Conseguín todo a base de esforzo e sacrificio. Tes que loitar. No que practiquei, fun o número un», afirma.

En el atletismo

Porque el muradano no destacó únicamente en el baloncesto en silla de ruedas. También hizo sus pinitos en el atletismo, concretamente en los lanzamientos, y se le dio muy bien. A finales de la década de los 80 y principios de los 90 fue campeón de España, en más de una ocasión, de disco, peso y jabalina. En esta última disciplina, logró además un récord del mundo. Despuntó y como él mismo reconoce, no pudo acudir a los Juegos Paralímpicos de Barcelona, en el 92, por problemas familiares: «Xa cotizaba alto».

Con 44 años se retiró del deporte y se dedicó a su trabajo de mecánico joyero. Tuvo la confianza de su jefe, que le encargó impulsar la firma y Nino lo consiguió. Iba a regresar a Muros y establecerse en la localidad, pero le convencieron para que se quedase en Bergondo. Ahora, ya jubilado, sí que vive en su municipio natal: «Camiño entre tres e catro quilómetros ao día. Agarro as muletas e vou de paseo. Tamén teño un pequeno ximnasio na casa e aínda fago algo de deseño de xoiería para os meus amigos e para entreterme».