Aporofobia

José Antonio Ventoso VIDA DESDE FUERA

BARBANZA

10 feb 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Puedes pensar que los inmigrantes ilegales deben ser expulsados, pero deducir que son criminales, violadores y merecen el apelativo de sacos de basura es una simplificación, una brutalidad intelectual, una vulgaridad y un concepto de violencia retórico que se está imponiendo como «tecnoideología». «Los ricos son espíritus dotados de un género sublime de perversión que nos liberará del amor por el prójimo» (Mussolini, 1903).

Vuelve la retórica de la posguerra de 1930. La fascinación por el megarrico, para quien las leyes son un estorbo y se siente con derecho a crear sus propias reglas. Hay algo a lo que esta sociedad de consumo masivo tiene más miedo que al cáncer: a ser pobre. La aporofobia, el odio al pobre, representa el mal absoluto.

Escuchamos a Trump hablar de que ha acordado con Netanyahu la limpieza de Gaza para crear una Costa Azul para triunfadores, protegidos por sus fuerzas armadas. Solo los ricos tienen derecho a vivir en el Paraíso. Lo horroroso es el silencio fúnebre que sus palabras han recibido en las distintas cancillerías europeas. Sin piedad, porque es un impío, anuncia el castigo a los débiles por ser antes que nada pobres.

La aporofobia se focaliza en el árabe, el negro o el sudamericano, porque así es más fácil identificarlos, proceder a su expulsión y conseguir el aplauso de los ignorantes De este modo se extiende una utopía arcadiana y adanista: jóvenes guapos, felices y ricos ocultando como algo horrible el dolor, la muerte o la pobreza. La solución es parcelar ese miedo en partes pequeñas, luchar contra ellas se ha convertido en el sentido de la vida: ni viejos ni pobres, ni gordos ni sucios. El pasado no se ha ido, solo está esperando.