Trumpismo

Alicia Fernández LA CRIBA

BARBANZA

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump CONTACTO vía Europa Press | EUROPAPRESS

«Supongo que Trump poca historia ha leído y menos filosofía clásica, por eso cree que el mundo comenzó a dar vueltas con los padres fundadores»

30 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Llegamos al ecuador del mandato en los municipios y me viene a la cabeza este término, trumpismo, acuñado recientemente, asociado en la vieja Europa a una variante negativa de la actividad política, en el fondo y en las formas. Una palabra que activa la alarma en nuestro bagaje helénico y romano.

En la piel de toro ya existía lo del «mal o síndrome de la segunda legislatura», pero el nuevo concepto, derivado del orondo y anaranjado yanqui, tan primario como rico, es más completo y a los males sobrevenidos por el exceso de bastón, sea de primera o segunda legislatura, suma el poco respeto al propio sistema y acortellar (más allá del Padornelo, acortijar) la institución.

En aquella refinada y atrevida Roma de principios del Imperio, cuando un general llegaba victorioso, se le recibía con grandes fastos, pero sin armas, y dicen que el mismo criado que sostenía la corona de laurel sobre su cabeza le susurraba insistentemente «Respice post te! Hominem te esse memento!». Algo así como «mira detrás de ti, de donde vienes, y recuerda que solo eres un hombre, por tanto no estás por encima de la ciudad-imperio».

Supongo que Trump poca historia ha leído y menos filosofía clásica, por eso cree que el mundo comenzó a dar vueltas con los padres fundadores y, ahora, él le ha dado cuerda. Que el mapamundi es un tablero de ajedrez en su despacho y que las instituciones son válidas si se pueden utilizar para defender sus intereses. Sabiendo que los jugadores pasan y la entidad permanece, con una pizca de humildad y asumiendo que somos un eslabón y no la cadena, se puede llevar el barco —que encomendó el pueblo— a mejor puerto.