
El verano 2025 ya es una realidad. Lo dice el calendario, que hace ya unos días que marcó el cambio de estación. Lo confirma el termómetro, que ha alcanzado temperaturas, sobre todo nocturnas, más propias de julio que de junio. Y lo ratifica el desembarco de los primeros turistas. De todos es sabido que a partir de ahora y hasta principios de septiembre, la población experimenta un incremento sustancial en determinados puntos de Barbanza, aupada por segundas residencias y viviendas turísticas. Pese a ello, hay servicios que no registran el crecimiento o la intensificación que deberían para dar respuesta a las demandas de ese nuevo padrón de habitantes. Y uno de ellos es el de la limpieza, tan fundamental a nivel estético pero también higiénico.
Ya durante el resto del año, las deficiencias en este ámbito despiertan las críticas de un montón de ciudadanos a lo largo y ancho de Barbanza, quejas que lógicamente se intensifican en verano, pues cuantos más habitantes, más basura. Residuos tirados en las calles, contenedores que rebosan y atraen a las gaviotas, mal olor en determinados puntos...
Cierto es que los ciudadanos no están del todo exentos de culpa. Los papeles, las colillas y otros residuos más pestilentes no aparecen solos en el suelo. Hasta hay quien deja las bolsas de basura al lado de los contenedores o quien las apila cuando están a rebosar pese a haber recipientes con sitio disponible al lado.
Es necesario que las personas se conciencie de la importancia de mantener limpio el entorno en el que viven y que las administraciones pongan más empeño en este tema.