Los políticos no se sienten cómodos en la realidad de los ciudadanos, mucho mejor al calorcito de la demagogia y el ejercicio del poder sin responsabilidad ni rendir cuentas
14 nov 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Una amiga, que cree poco en el modelo organizativo de nuestra sociedad, y menos todavía en su establishment, dice que las realidades de los ciudadanos y los políticos discurren paralelas, que solo se tocarían en la utopía del infinito. Admite, como en la teoría de la relatividad, que hay una curvatura, en este caso provocada por la necesidad-tiempo, que las acerca en la proximidad de los agujeros negros electorales.
Pensaba en ello cuando circulaba esta semana por la AP-9, en la parte que circunvala Santiago, un tramo renovado hace poco. Llovía, pero de forma suave para Galicia. Aun así ya había zonas del asfalto que acumulaban agua y, por un drenaje a todas luces insuficiente, los coches levantaban un manto de agua que hacía muy peligroso conducir.
También pienso en ello cuando me asaltan con la enésima llamada publicitaria, sábados y domingos incluidos, para decirme en nombre de InfoJobs que mi currículo ha sido seleccionado, que trinque subvenciones con el kit digital, de las compañías eléctricas para regalarme el suministro o, más grave, para múltiples estafas.
En ese punto del cabreo me pregunto dónde están los Peinados y Hurtados de la vida, la UCO, los fiscales, las agencias de protección y la madre que los trajo al mundo a todos.
Podríamos seguir con la vivienda, principal problema de nuestra sociedad. La prueba del algodón: ayer, mientras el diputado Gabriel Rufián hablaba de ello en el Congreso de los Diputados casi lo dejan solo con los ujieres.
Los políticos no se sienten cómodos en la realidad de los ciudadanos, mucho mejor al calorcito de la demagogia y el ejercicio del poder sin responsabilidad ni rendir cuentas.