El don de saber escuchar

Plácido Amboage. BUZÓN DEL LECTOR

BOIRO

26 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

L a conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492 nos da un gran ejemplo de cómo se eternizaban en el poder los califas y emires árabes, y lo más importante para la filosofía del derecho, del derecho de andar por casa se entiende, que el poder termina por corromper a las personas. Si por encima se pregona a los cuatro vientos que «nosotros siempre escuchamos a los vecinos». Pero, ¿de qué vecinos estamos hablando cuando algunos llevan apuntados más de un año en el libro en espera de que se les reciba? Y en cuanto a las asociaciones, por ejemplo, a la Río Breiro sí se ha recibido, pero con unas palmaditas en el hombro y unas palabras amables con promesas de futuro, como es la humanización y el arreglo de la pista de Berres.

Esta pista canaliza todo el tráfico del centro de Boiro hacia un extremo, es decir, hacia Cabo de Cruz (más de tres mil vecinos). Ahora, durante las fiestas, se desvía por ella hacia la avenida de la Constitución todo el tráfico. Es muy fácil dar la callada por respuesta y ya se les pasará.

Cuántas veces los vecinos y asociaciones estuvieron pidiendo una residencia para la tercera edad, que es un derecho para la población, apuntando a la remodelación de la Torre de Goiáns para su ubicación. Sin embargo, lamentablemente se arreglaron los alrededores con caminos de madera de teca y balaustre, invirtiendo buenas sumas de dinero por puro capricho. Y si continuara en el poder, rodeaba toda la charca del Espadañal. Para que después puedan pasear los miles de futuros turistas (de lujo). Paradójicamente, todavía hay casas sin alcantarillado y con viales infumables en gran parte del municipio. También es verdad que últimamente se han empichado algunas pistas.

Si además de todo lo expuesto está la mala leche de no escuchar a la vecindad en sus demandas y necesidades, siempre amparado en la mayoría... Recuérdese el caso de los depósitos de gas en el Cruceiro y la que armó con tal vendaval. Aquella tarde se liquidó el asunto despejando la sala de plenos. Por todo, solo resta cantar: «Adiós Granada, Granada mía, no volveré a tu poltrona más en la vida. Siento pena de perderte». Una copla de Boabdil. Plácido Amboage. Boiro