
Pasado y presente se mezclan en una villa que ha sabido conservar su esencia y acoge a los peregrinos entre piedras centenarias
25 jun 2025 . Actualizado a las 15:22 h.Mar e historia. Eso es lo que se encontrarán al primer golpe de vista quienes visiten Muros, ya sea para pasar su tiempo de asueto o para dar inicio al Camino de Santiago por la ría. La historia de la villa y de su puerto sirven de guion para un recorrido por una localidad que ha sabido conservar su esencia y la tradición marinera.
Caminar por Muros es como retroceder en el tiempo. Su casco antiguo, declarado conjunto histórico-artístico, conserva una arquitectura marinera auténtica, con sus casas de piedra con soportales de la fachada marítima, balcones, escaleras empedradas y estrechas callejuelas que serpentean entre plazas. En medio de esa especie laberinto que forma al almendra del núcleo histórico aparecen elementos arquitectónicos reseñables, como el templo de San Pedro. La antigua colegiata data del siglo XIV y es uno de los ejemplos más notables del gótico marinero gallego, con un estilo sobrio y funcional propio de la costa y que se desarrolló en torno a la actividad portuaria y pesquera.

Precisamente, el puerto es uno de los elementos esenciales de la villa muradana. Hacia él miran las callejuelas empedradas, y la propia dársena atesora una historia centenaria. En la Edad Media, Muros fue un punto estratégico en las rutas marítimas del Atlántico europeo. Fue escala obligada para navegantes y comerciantes, floreció como centro comercial, con conexiones que llegaban de Flandes, Bretaña, Inglaterra y el norte de Italia. Y también se convirtió en parada de peregrinos que bordeaban las costas gallegas rumbo a Santiago de Compostela.
Peregrinos ilustres
Entre los relatos que se relacionan históricamente con la peregrinación a Santiago desde Muros hay incluso viajeros ilustres como el veneciano Pietro Querini. Se cree que este navegante italiano, célebre por sobrevivir a un naufragio en pleno invierno en las islas Lofoten, en Noruega, hizo parada en Muros en su travesía de regreso desde el norte de Europa para peregrinar a Compostela.
Según los historiadores, esa visita es una muestra de que Muros era en esa época un puerto importante del reino de Galicia. Ese esplendor comercial es cosa del pasado, pero la dársena muradana sigue siendo pujante, no solo como puerto de bajura, sino como punto de referencia para la náutica recreativa. No en vano, actualmente es el que recibe más veleros en tránsito de Galicia.
Esos navegantes modernos que llegan a la villa medieval, ya sea peregrinando o bien de vacaciones, se empapan de cultura marinera a cada paso. En cada rincón se respira el ritmo de una localidad que, aunque viva del mar, también abraza la cultura, la gastronomía y el turismo sostenible, ámbito en el que no ha dejado de crecer en los últimos años con nuevos alojamientos con encanto. Muros es un lugar que invita a perderse sin prisa, a disfrutar del sabor del marisco fresco y a dejarse llevar por la brisa atlántica que acaricia su fachada marítima.