Un clan de Noia usaba claves como «tomar café» o «cortar el pelo» para ocultar una trama con 48.000 euros en droga

Christopher Rodríguez
ch. Rodríguez RIBEIRA

NOIA

Audiencia Provincial de A Coruña.
Audiencia Provincial de A Coruña. CESAR QUIAN

La Audiencia Provincial condenó a cuatro miembros de una misma familia a dos años y medio de cárcel por delitos contra la salud pública y pertenencia a grupo criminal

13 mar 2025 . Actualizado a las 16:00 h.

Cuatro miembros de una familia de Noia han sido condenados por la Audiencia Provincial por delitos de tráfico de drogas y pertenencia a grupo criminal. A todos ellos, padre, madre y dos hijos; se les impuso una pena de dos años y medio de prisión.

La sentencia dio por acreditado que los encausados se dedicaban de forma organizada a suministrar estupefacientes a terceros. En total, constaron identificadas hasta 14 personas a las que la familia les había vendido droga. La investigación comenzó en el 2017, cuando la Guardia Civil fichó a uno de ellos como presunto responsable de traficar en las inmediaciones de un colegio. La sospecha aumentó en el 2018 y salpicó a más miembros por una denuncia en la que se decía que despachaban droga en la puerta de un instituto de Noia.

No fue hasta el 2019 cuando la operación explotó debido a varios episodios en los que dos de los implicados fueron interceptados portando sustancias mientras circulaban en coche. Tras esto la autoridad judicial dio luz verde a intervenir los teléfonos de los cuatro encausados, así como a realizar inspecciones en los inmuebles de la familia.

En primer lugar se registró la casa de los padres. Además de marihuana, hachís y cocaína preparada para ser distribuida, en la propiedad también se aprehendieron bolsas y sacos con hojas de cannabis, además de 39 balas del calibre 22. El valor en el mercado ilícito de los estupefacientes intervenidos ascendía hasta los 43.269 euros.

En la vivienda de uno de los hijos, la Guardia Civil decomisó marihuana, cocaína, MDMA y ayahuasca por valor de 2.928 euros. En el último domicilio, además de las sustancias anteriormente citadas, también se detectó ketamina. En total la droga sumaba un precio en el mercado negro de más de 2.500 euros.

Plantaciones ocultas

Asimismo, como resultado de las vigilancias y dispositivos de localización llevados a cabo por la Guardia Civil, se ubicó a dos de los acusados en un punto en el que, tras la maleza, había tres plantas ocultas con recipientes de riego al lado. A la semana siguiente, se detectó a uno de los implicados en otro lugar en el que se descubrió un vivero con 30 plantas de cannabis escondidas entre helechos.

La sala vio acreditado que, para tratar de eludir la labor policial, los acusados utilizaban una jerga para referirse a las sustancias, algo muy habitual entre proveedores de droga. En las conversaciones que tenían que entre ellos, por ejemplo, hacía referencias a «quedar para tomar el café» o a «bajar una o dos cazadoras», además de hablar constantemente de «judías» y «minutos».

Asimismo, durante uno de los días en los que fueron detectados al pie de una plantación en horario nocturno se les escuchó hablar por teléfono diciendo que «estaban cortando el pelo» y «liados con las manos en la masa». Este argot lo mantenían con sus clientes, que les pedían si podían darles «trencha o cincel».

Durante el juicio, los encausados reconocieron la presencia de las sustancias en sus propiedades, pero manifestaron que lo cultivaban era para su propio consumo. Todos negaron tener algo que ver con la venta de estupefacientes. También declararon clientes del clan, aunque negaron haberles comprado droga.

Con todo esto, la Audiencia Provincial consideró a los cuatro culpables de delitos contra la salud pública y de pertenencia a grupo criminal. Además de las penas de cárcel, les impuso el pago de multas por valor de 25.500 euros y el decomiso de los efectos intervenidos. La sentencia no es firme, ya que cabe interponer recurso ante el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG).