El actor Antonio Garrido culpa al destino de su llegada a O Son

Laura Ríos
Laura Ríos RIBEIRA

PORTO DO SON

El sevillano enumeró sus coincidencias vitales con la villa

07 sep 2023 . Actualizado a las 21:00 h.

La vida rima, o lo que es lo mismo, las cosas no pasan por casualidad, sino por causalidad. Eso fue lo que defendió el actor Antonio Garrido en el pregón con el que abrió ayer las Festas do Carme de Porto do Son. Durante su discurso, el sevillano, que expresó sentirse muy agradecido con el Concello por haberlo escogido a él para dar el pistoletazo de salida de las celebraciones, explicó el mar de anécdotas aparentemente aisladas que le llevan a pensar que su llegada al término no fue más que obra del destino.

Contó que sus padres encontraron su lugar en el mundo en un pueblo llamado Salteras, cuyo número de habitantes y tamaño son enormemente similares a los del municipio barbanzano. Aseguró que cada vez que su hijo Antoñete le dice que quiere ir a la zona del casco urbano, «parece que me escucho a mí mismo diciéndoselo a mi padre».

Lo que le trajo a Galicia fue el amor por su mujer, la misma con la que llevaba años compartiendo una curiosa costumbre aún viviendo a cientos de kilómetros y sin haberse conocido aún: santiguarse delante de la capilla de la virgen del Carmen, cada uno en un extremo de España.

Hasta en la mili

Las coincidencias, según el actor, llegan hasta el punto de que cuando hizo el servicio militar obligatorio, tuvo que procesionar ataviado con su mejor uniforme ante la virgen de los miembros del cuerpo de aviación, la de Loreto, la misma que será honrada por muchos sonenses el próximo sábado con la celebración de la tradicional romería.

Garrido explicó al público que, como buen sevillano, participa en una hermandad desde hace más de treinta años y que nunca había faltado a un solo paso de Semana Santa, hasta que llegó la pandemia.

En el confinamiento, que lo pilló en Porto do Son, aprovechó un momento de salida para pasar por delante de la iglesia y pedirle al cura que le diese incienso para hacer una videollamada con sus compañeros cofrades. Pues bien, el templo en el que paró fue el de San Vicente, el mismo que el de su hermandad.

Después de compartir estas y otras anécdotas, se despidió deseando felices fiestas a los vecinos.