
Su particular orografía convierte al municipio sonense en un territorio bañado por el Atlántico de un extremo al otro, el mismo océano que acompaña al peregrino
25 jun 2025 . Actualizado a las 15:22 h.Con 30 kilómetros de costa, el mar es una presencia constante en Porto do Son, y es también su mayor valor paisajístico, cultural y económico, porque prácticamente todo gira en torno a un océano omnipresente que también acompaña al caminante en su periplo hacia Compostela.
La etapa del Camino de Santiago que se inicia en Porto do Son arranca en un mirador excepcional, el de A Atalaia, desde donde los sonenses presumen de tener las mejores vistas al monte Louro. Desde allí, se puede apreciar la fuerza del mar y su inmensidad, con la montaña muradana recortando el horizonte como un guardián sobre la ría.

Antes de proseguir el trayecto hacia Noia, hay varias paradas obligadas en la villa sonense, como el Museo Marea, que atesora la tradición y cultura marinera que ha empapado el municipio desde siempre, o el propio puerto, con su actividad diaria y la renovada fachada marítima. El proyecto de rehabilitación realizado ha transformado el frente portuario en un espacio abierto, moderno y funcional, perfectamente integrado con el entorno natural y la vida diaria de Porto do Son. Con numerosos premios de arquitectura, su diseño se ha convertido en un ejemplo de cómo la modernidad puede dialogar con la tradición sin destruirla.
Continuando el Camino, el peregrino se va topando con un litoral salpicado de playas espectaculares y vírgenes, como Aguieira, Ornanda o Caveiro, de arena fina, aguas cristalinas y rodeadas de naturaleza, perfectas para el descanso del caminante. Son también un referente para los deportes náuticos, como el surf, aunque la vela tiene también un peso muy importante. De hecho, aquí finaliza la otra variante del Camino marítimo para seguir a pie hacia Santiago.