Nueva okupación en Ribeira: «Mientras Servicios Sociales no nos consiga una vivienda, no nos vamos»

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla RIBEIRA / LA VOZ

RIBEIRA

MARCOS CREO

Una pareja, con dos niños de 7 y 4 años, entró la semana pasada un chalé ubicado en el vial DP-7301, carretera que conecta Xarás con San Roque

13 oct 2021 . Actualizado a las 20:38 h.

«Mientras Servicios Sociales no nos consiga una vivienda, no nos vamos. No tenemos dónde vivir». Así de tajante se mostró ante los agentes de la Policía Local, el okupa que la pasada semana entró a vivir en una casa ubicada en Ribeira. Lo hizo acompañado de su pareja, ambos recién entrados en la veintena, así como de sus dos hijos, de 7 y 4 años. Confesaron que no tienen recursos y que tampoco veían otra solución a sus problemas.

Al contrario de lo que ocurre en otros episodios de este tipo, explicaron su situación con suma educación. Tampoco dudaron en identificarse, pero dejaron claro que hasta que la Justicia no los eche por la fuerza, ellos no abandonarán el chalé. Ubicado en la carretera DP-7301, vial que conecta el polígono de Xarás con el periurbano de San Roque, se encuentra en tierra de nadie, sin casas a varios kilómetros. Residentes en los barrios de Deán Pequeno y Cruxeiras, cercanos al lugar, comentan que la vivienda llevaba años deshabitada. Otros afirman que nunca lo estuvo, aunque sus propietarios acudían para comprobar cómo estaba el inmueble e incluso pasar algún fin de semana.

La Voz de Galicia trató de contactar con la propietaria de la casa para conocer su situación, aunque sin éxito. Sí es cierto que este no ha sido su primer incidente con el inmueble. Hace años ya tuvo un problema que acabó en los juzgados, después de que un grupo de jóvenes entrasen y destrozasen varios objetos en el interior, así como marcos de puertas y otros enseres. Posteriormente, ladrones de chatarra se llevaron ventanas, tuberías e incluso una bañera de hidromasaje, dejando la casa, de tres plantas que superan el centenar de metros cuadrados cada una, en una situación de inhabitabilidad. Muy alejada de otros inmuebles, se convirtió en un objetivo fácil para los cacos. Los propios okupas reconocieron a los agentes que sabían desde hace tiempo que estaba deshabitada.

Entrada a la vivienda
Entrada a la vivienda MARCOS CREO

Cuestión de días

La voz de alarma la puso una vecina que pasaba por el lugar y que vio acceder a varias personas. Le resultó extraño, porque hacía meses que no veía a nadie por allí. Ocurrió el domingo, aunque los agentes creen que ya llevan más tiempo. Dentro de la vivienda había diversos enseres en su interior e incluso las camas estaban hechas. En el caso de que no se hubieran cumplido las 24 horas desde la entrada, podrían incluso llegar a obligarlos a salir. Pasado ese margen, la okupación pasa a manos de la Justicia.

El informe policial ya fue remitido al Juzgado de Ribeira y a la Policía Nacional, encargada a partir de ahora de los potenciales problemas que ocurran. Los agentes preveían que la propietaria denuncie lo ocurrido, en el caso de que no lo haga el proceso quedaría en punto muerto. En realidad, sería como si le diera a la familia el consentimiento para residir.

Aunque la casa a priori carece de agua, después de que hace años le arrancasen las tuberías de la traída, así como de servicio eléctrico, desde los cuerpos policiales no descartan que terminen conectándose de forma ilegal a la red del alumbrado. Lo que más sorprendió a las patrullas de la Policía Local que acudieron a la vivienda fue que los okupas habían desbrozado la entrada al chalé. El camino desde la carretera hasta la vivienda es de unos 80 metros, que estaba libre de zarzas. Incluso encontraron dos coches en el interior de la finca, uno de ellos, sin seguro, lo que obligó a los agentes a retirarlo.

Al contrario de lo que ocurre con los dos bloques okupados en el barrio de Abesadas, convertidos en un foco de conflicto diarios para los vecinos del lugar, en esta ocasión los okupas han elegido una zona sin residente alguno, de ahí que agentes de la localidad consideran que el caso tendrá mucha menos repercusión. Los grandes y únicos perjudicados son los propietarios del inmueble, que se encuentran ahora ante un problema que tiene visos de que no contará con una rápida solución.