
Entrevista | Antonio Gómez Pan Defensor a ultranza de la investigación, echa de menos un sistema público que apueste realmente por ella y que permita no depender de terceros países
07 ene 2006 . Actualizado a las 06:00 h.?ntonio Gómez Pan es hombre de largo recorrido. Nació en Laxe y de allí se fue con sus padres a conocer la emigración en Venezuela. Apostaron por su educación y después del bachillerato lo enviaron de vuelta a Santiago. Y ya no paró. Se licenció en Medicina en la capital gallega y se fue a Inglaterra, a trabajar primero en el hospital de Hammersmith, en Londres, y después en New Castle. A los 27 años se convirtió en el jefe de sección más joven del sistema de salud británico. Ese que, dice, hundió Margaret Thatcher en los años 80. Pasó también por Estados Unidos y la morriña lo devolvió a España, a Madrid, pero no para. La próxima cita, una conferencia en Colombia. -Con tanta experiencia a sus espaldas, ¿cuál es el mejor sistema de salud que conoce? -El español. Estar enfermo es España es una suerte, aquí te pueden dar gratis la terapia más cara del mundo. La paradoja es que, como es un sistema basado en la asistencia, no se investiga, y hay que comprar productos a terceros países, como Estados Unidos, donde hay mucha gente que no podría acceder a esos medicamentos. -Es algo casi normal escuchar que en España hace falta más investigación, pero ¿cuál es la receta para conseguir que se invierta en ese campo? -Aquí lo que interesa es cortar la cinta. Cuesta más un túnel de la A6 que diez hospitales. Si en vez de hacer un portaaviones nuevo contrataran a mil médicos para investigar, no haría falta comprar fármacos fuera, pero eso no se potencia porque no es rentable políticamente, lo mismo que invertir en prevención. Es algo cuyos resultados no se ven en cuatro años. -Con todo, ¿cómo estamos hoy comparados con otros? -La España del 2005 es infinitamente superior a la de hace 15 años. Antes hacía falta irse fuera para considerarse formado, ahora ya no. Aquí hay grandes profesionales y buenos hospitales en muchos sitios. En este país no hace falta acudir a clínicas privadas para conseguir la mejor asistencia. Es gratis. -Pero falta investigación. ¿Cuál es el modelo? -Hay una imagen del investigador como un hombre solitario con un matraz y un microscopio, encerrado en un laboratorio, pero eso no es así. Lo que hace falta es investigación clínica. Entre los problemas que tenemos es que un otorrino, en vez de operar a siete pacientes, a lo mejor tiene que atender a 14 para reducir listas de espera bajo presión. Así sabe operar muy bien, pero no le queda tiempo para saber cómo funciona una nariz. -La gente piensa que la endocrinología se reduce a la diabetes y problemas de tiroides. -Es mucho más, algo complejo, que cambia completamente cada cuatro o cinco años. Es la ciencia que estudia los fenómenos de comunicación química o electroquímica entre células, es algo ubicuo, y se están descubriendo hormonas con funciones nuevas. Hay un vínculo también con la oncología. -Una curiosidad de sus experiencias por el mundo. -Un asunto que no es médico, pero me impactó mucho, fue descubrir que el fundador de San Francisco, Pedro Benito Cambón, era un cura de Malpica.